LA CASA EMBRUJADA DE ALMENDRALEJO
A
finales de los años 80 me ocurrió un suceso que hasta hoy no me he atrevido a
contar. Aunque parezca mentira, soy una persona tremendamente tímida. Trabajo
en un medio de comunicación de cara al público, es cierto, pero sigo siendo
tremendamente tímido y eso me ha supuesto siempre un sobrecoste adicional a la
hora de relacionarme con las personas del sexo opuesto.
Hace
unos años, el conocer a una chica era un poco más complejo que en la actualidad
con tanto whatsapps, facebook o
twitter, pero ese día iba a cambiar mi
vida. Era sábado y esa mañana me dirigí
a mi tienda habitual de discos. Saludé a Fabiola, la dependienta, y escudriñé las estanterías absorbiendo ese
olor que sólo el vinilo te puede
ofrecer. De pronto, al levantar la cabeza … miré y allí estaba ella. Era
morena, 1,70 y con una mirada que se me quedó clavada en el fondo del alma. Mi
timidez no me permitió más que agachar la cabeza y dedicarle un retraído ¡Buenos
Días!
A la
semana siguiente volví a la tienda de discos, más por ver si estaba ella, antes que por adquirir un nuevo LP para mi
colección. Y efectivamente… allí estaba. Esta vez (no sé cómo) me atreví a
preguntarle por sus gustos musicales...
eso nos llevó a los gustos por el café y así hasta una cita para cenar aquella noche.
Tras
una más que romántica comida en el Restaurante el Paraíso, y tras inmortalizar
nuestro cita en una foto de ambos (ahora se llaman Selfies o autofotos), Luz y yo nos encaminamos en dirección al
centro de la ciudad. Yo aún poseía mi Renault 8 color Blanco, no era gran cosa
pero….
Esa
noche nos reímos, disfrutamos y lo pasamos bien. En torno a las dos de la madrugada me sugirió que la
acompañara a su casa. Al llegar a su vivienda ubicada en el barrio de Las
Mercedes ( evito decir la calle y el número por razones obvias), me invitó a
entrar. Nervioso acepté. El pasillo tenía
una decoración exquisita. Los muebles parecían Isabelinos y al entrar en
su habitación al fondo del pasillo era como entrar en el cielo de los justos.
Evito comentarios sobre lo que ocurrió aquella noche, porque soy un
caballero, pero sí puedo les puedo
decir que fue una noche “De ensueño”.
Estos
encuentros se repitieron durante más de un año, hasta que cierto día del mes de
Abril la llamé como tantos otros para
quedar y no me contestó. Insistí una y
otra vez, pero el teléfono no daba
señal. Así que, preocupado por que le ocurriera algo, me encaminé hacia su casa
.
Una vez ante la fachada, algo raro me llamó
la atención. La puerta parecía más
vieja que de costumbre. Llamé una y otra vez hasta que la vecina de al
lado se asomó y me preguntó por qué
llamaba . Le dije que allí vivía mi novia . La vecina cambió la cara y con
gesto serio me afirmó que “EN ESTA CASA NO VIVE NADIE DESDE HACE 25 AÑOS”. Le
respondí que sí, que Luz y yo estábamos
saliendo actualmente. La señora con el ceño
fruncido me dijo que no bromeara con esas cosas ya que Luz había muerto de una terrible enfermedad
hacía ahora 25 años ... Tomándome por loco y sin mediar palabra se cruzó la bata de guata azul, se dio media vuelta y entró en su casa.
Desorientado,
vagué por la ciudad durante varias
horas, no entendía nada… una llovizna hizo su aparición y la noche se
torno más oscura y lúgubre
Pasadas
las dos de la madrugada, igual que el día que cenamos y la acompañé por primera
vez a su casa, me decidí a volver con la intención de averiguar qué pasaba.
Entré por una de las ventanas traseras que
dan al patio y penetré en ella. ¡Jolines! El pasillo no era el que yo recordaba.
El polvo y las telarañas decoraban toda la estancia.
Al final del pasillo estaba la habitación
donde tantas noches nos habíamos entregado nuestro amor. Accedí a ella y sólo pude ver unas sábanas raídas y
polvorientas además de un viejo
candelabro en una de las esquinas .
Sobre la mesilla había un portarretrato arrinconado y oxidado por el tiempo con
una foto. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo: ERA NUESTRA FOTO, la
instantánea de la noche que la invité
a cenar pero en el retrato no estaba Luz. Estaba sólo YO, al lado una
nota escribía “ Fernando, soy Luz
... gracias por este año de amor”.
Aún ahora, después de tantos años, me sigo preguntando qué es lo que realmente
ocurrió aquel año de 1989... A veces y sólo a veces, creo haberlo soñado todo,
si no fuera porque aún tengo en mi poder la carta que Luz me dejó en su casa fantasma de Almendralejo y
eso, solo eso, me confirma que todo fue verdad.
Fdo: Fernando Sierra Elías
Preciosa y escalofriante historia, me ha puesto los pelos de puntas!!!
ResponderEliminarGracias María del Pilar. Eres muy amable.
Eliminarvaya tela,,madre mia..que imaginacion
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