lunes, 14 de febrero de 2022

Leyenda del antiguo Hospital de la Caridad de Almendralejo

Decía Antonio Machado “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madruga el limonero…”

Mi infancia no es tan evocativa como la del maestro Machado. Era una infancia en blanco y negro. Con pantalones bombachos y esos amigos fieles que al fin y a la postre se convertirían en tus compañeros de viaje. Sí recuerdo los paseos por el parque de la Piedad, y las chuches del parque de Espronceda, repartiendo lo que se podía entre los amigos. Lo peor de aquella época, como casi todos los chavales del lugar era “La Escuela”. Horas que se nos hacían interminables de estudios con la única ilusión del tiempo de esparcimiento del recreo, donde a veces nos daban leche en polvo para mejorar el calcio de nuestros huesos.

Antiguo Hospital de la Caridad (Fuente:  Almendralejo en Fotos)

En varias ocasiones (al menos recuerdo tres) nos trasladaron en fila de a dos desde el colegio a un antiguo hospital denominado “De la Caridad”. Donde a todos los alumnos nos ponían las vacunas que correspondía a la época y edad. No sé porque,  pero quizás por las reminiscencias del pasado bélico de las dos Españas, los maestros nos contaban historias sobre el hospital de la Caridad que nos ponían los vellos de punta. Aunque, en honor a la verdad, he de reconocer que yo no prestaba atención a lo que contaban, ya que iba más pendiente de cómo sería el tamaño de la aguja que me iban a inyectar. Madre mia! Como me aterrorizaban las inyecciones en esa etapa de mi vida.

Con el paso del tiempo deje la primaria e inicio mi etapa de bachillerato. Pero no olvidaba aquél viejo edificio. Incluso hay momentos que me sigue evocando recuerdos.

En una de las modificaciones del Plan General Municipal, cambiaron las denominación del suelo como urbanizable. El edificio fue derruido y en su lugar y aledaños se construyeron viviendas y naves industriales.

El ayuntamiento se quedo con el uso y disfrute de la planta inferior y sótanos.

Pues bien cuando el servicio Extremeño de Salud (a través de una solicitud del pleno del ayuntamiento) decidió poner en marcha el segundo centro de salud, el ayuntamiento cedió temporalmente los bajos y sótanos antes mencionados para que mientras se construyera el nuevo centro se pudiera dar servicio médico a los ciudadanos.

Entre aquellos doctores se encontraba María Blanco, una joven doctora que, recién acabada la carrera se incorporaba, a la plantilla de Almendralejo.

Dentro del ratio de pacientes asignados a la doctora, a María le llamó poderosamente  la atención,  dos de los enfermos. Uno sufría una vertiginosa inanición y agotamiento, de nombre Abundio Yuste y otro padecía de unos fuertes dolores abdominales en el entrono de su hígado de nombre Atanasio Caciano. Ambos tenían aspecto rustico, con la piel raída por los años, barba de cinco días y una tristeza penetrante en cada unos de sus entrecejos.

Durante la construcción del edifico de San Roque, pasaron varias veces por la consulta y ella una y otra vez intentaba modificar la medicación para que ambos tuvieran mejor calidad de vida, sin dolores, sin angustias y sin tantas tristezas.

En él año 2009 se produjo el traslado a las nuevas instalaciones en la avenida Rafael Alberti. La doctora, ya en su nueva consulta, repaso a través del “Programa Jara”, cada unos de los pacientes que tenía asignado en su ratios. Pero se dio cuenta de que había dos nombres que no aparecían. Efectivamente eran los de Abundio y Atanasio.

Preocupada preguntó al departamento de informática por si en el volcado de datos había dado algún error y la respuesta que obturo era que, el programa estaba bien y que en el mismo se encontraban todos los pacientes que había tenido antes del traslado.

María, no entendía los que pasaba, así decidió solicitar información a través de los registros civiles principales, perteneciente al ministerio de justicia. La ley de protección de datos le puso muchos impedimentos. Pero al final y tras varios meses, el misterio pudo ser aclarado.

El 1 de abril de 1939 finalizaba la Guerra Civil española. El Hospital de la Caridad había sido utilizado como cárcel para presos del bando republicano. Al parecer, al final de la guerra los presos fueron abandonados a su suerte en sus celdas, unos lograron escapar pero otros quedaron atrapados en el interior de las mismas y murieron de hambre y sed. Era el caso de Abundio Yuste. Por otro lado en el bando nacional estaba Atanasio Caciano que al salir de Almendralejo, en una emboscada republicana recibió un impacto de bala en el bajo vientre cerca de su hígado. Ambos fallecieron en 1939.

Cuentan las crónicas del lugar que los vecinos de la zona llevaban varios años escuchando lamentos de tristeza en las noches próximas al mes de abril y que los mismos desaparecieron como arte de magia en 2009, curiosamente cuando se trasladó el equipo médico al nuevo centro de salud. La doctora Ana María había conseguido curar a los fantasmas del pasado, no solo en cuerpo si no en alma.


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Versión de la leyenda de: Fernando Sierra Elías
"Dedicada a mi doctora"
Ana María Riola Blanco

jueves, 15 de marzo de 2018

La casa embrujada de Almendralejo (Segunda Parte)


Cada vez que se aproxima la primavera me gusta pasear por la calle donde en el año 1989 estaba la casa de mi amiga Luz. Una casa que, igual que ella, desapareció sin más y me abandonó para siempre. Yo la denominé en su momento la casa enbrujada de Almendralejo. Por que solo yo sé lo que viví en ella y lo que sentí por ella.

A veces la vida te trata de una forma que ni tú mismo llegas a entender. Ayer fue uno de esos días que marcan un antes y un después en tu existencia. En definitiva fue EL DÍA

No me pregunten porqué, pero ayer por la mañana me he encontrado de nuevo con LUZ. Creí que era un sueño (ver La casa embrujada de Almendralejo). Al principio dudaba si era ella o no. Luz fue un amor que tuve en los años 80 y que por razones que aún desconozco, un día desapareció sin más sin dejar rastro y llevándose con ella la casa encantada, mis recuerdos y un pedacito de mi corazón.

Aún con la sorpresa en la cara y los nervios en el estómago, decidí acercarme y preguntarle si realmente era ella. Vestía pantalón vaquero ajustado, una camisa beige transparente que dejaba asomar la voluptuosidad de sus pechos y una belleza espectacular de la que no dejaba indiferente a nadie. Era ella. Igual que a mí, solo las arrugas de la piel indicaban el paso el tiempo.

Al preguntarle solo me esbozó una dulce sonrisa y con el dedo índice me tapó la boca suavemente. Después me besó con cariño y añadió: “tenemos que recuperar el tiempo perdido, amor. Y no te preocupes, esta noche te contaré toda la verdad.”

Disfrutamos del día, paseamos, jugamos como niños, nos besamos con la fogosidad de dos adolescentes y volvimos a la casa donde la vi por última vez. Entramos y extrañamente raro, todo estaba igual, todo estaba como yo lo recordaba a finales de los años 80. Pasamos a la habitación del fondo. Nos miramos fijamente y ambos (despacio y sin prisa) nos fuimos quitando la ropa. Sobre la cama, su cuerpo y el mío. Sobre las sábanas, la pasión contenida de tantos años. Entre nosotros, la llama de la pasión que después de tanto tiempo no había desaparecido. Nos besamos, nos abrazamos... hasta que el éxtasis se apoderó de nosotros.

Al caer la noche mi curiosidad salió de nuevo y las preguntas salían a borbotones de mi boca. ¿Por qué te fuiste? ¿Dónde estaba la casa? ¿por qué no te despediste?... Luz me volvió a sonreír, me relajó con unas lindas caricias y me pidió que saliéramos a pasear.

Tras un largo recorrido, llegamos a las afueras, al polígono industrial de la ciudad y más concretamente a la puerta del tanatorio municipal. Me pidió que la acompañara. Con cierta extrañeza accedí. Una vez dentro me dio la mano, me la apretó con fuerza, me dijo: “relájate” y me pidió que mirara a través de la ventana donde se encuentran los difuntos que son velados por la familia. Al asomarme, horrorizado vi que era yo el que estaba allí. Había abandonado este mundo y no lo sabía. Luz había venido a ser mi enlace de esta vida con el más allá.

Cuentan que cuando mueres, una persona cercana a ti se te vuelve a aparecer y es la que te ayuda a dar el paso del mundo de los vivos al mundo de los muertos. 
 Fdo: Fernando Sierra Elías
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lunes, 6 de marzo de 2017

Murio en un mes de Marzo


Miércoles, 1 de marzo de 2017:

Esta mañana me he llevado una grata sorpresa. He recibido en mi teléfono un mensaje de Marisol de la Cuesta, una amiga que conocí cuando cursábamos segundo de BUP en el Instituto de Enseñanza Secundaria Carolina Coronado, de Almendralejo.

Marisol y yo hemos recordado aquellos días de instituto, los bocadillos a la salida del centro en el recreo y las complicaciones que teníamos todos los alumnos de la época a la hora de hincarle el diente tanto al griego como al latín.

En el transcurso de la conversación me ha indicado que actualmente está casada y que vive en un bonito y espacioso dúplex en las afueras de Madrid. Al final de la conversación se despide con una mensaje y un emoticono triste de “WhatsApp”, diciéndome: “Ya te cuento mañana”.

Jueves, 2 de marzo de 2017.

Marisol vuelve a ponerse en contacto conmigo. Me pregunta cómo me va la vida y si tengo o no familia. Tras un largo rato de envíos de mensajes por parte de ambos, leo que ella está teniendo problemas con su marido. Me dice que la trata con desprecio, la insulta e incluso ha llegado a amenazarla de muerte... Yo le respondo que piense en la posibilidad de denunciar, e incluso me ofrezco a darle el teléfono de profesionales y asociaciones que pueden asesorarle.... Tarda casi una hora en responder y al final me dice: “Olvídalo... Todo ha sido un pequeño bajón que me ha dado en este depresivo día de marzo, mañana hablamos. Un abrazo”



Viernes, 3 de marzo de 2017:

Esperaba con cierto temor un nuevo mensaje de Marisol. Me quedé preocupado el día anterior. Sobre las 12 del mediodía recibo una foto suya en la que se la ve con un ojo amoratado y un mensaje de texto que decía: “Ya no soy la chica que conociste en el instituto. Mira qué tonta soy y qué golpe más absurdo me di ayer al salir de la cocina...” Le pregunté que si era una broma y que si su marido había tenido algo que ver con la lesión. Ella me dijo que no. Pero sí me confesó que en ciertos momentos había sentido miedo, mucho miedo.


Lunes, 6 marzo de 2017.

Llevo todo el fin de semana enviándole mensajes de ánimo a Marisol , pero no contesta a ninguno de ellos. Así que, preocupado, decido llamarla hoy lunes. El teléfono me da apagado o fuera de cobertura. Me inquieto y un cierto temor inunda mi mente.

Martes, 7 de marzo de 2017.

Llevo varios días sin saber nada de mi amiga. Pero esta tarde (casualidades de la vida) al salir del trabajo he encontrado a su hermano Pablo de la Cuesta. Me he acercado a él y le he preguntado si tenia noticias de su hermana ya que llevaba tres días sin saber de ella. Pablo, sorprendido, me ha respondido que debía estar equivocado ya que Marisol falleció el pasado mes de marzo de 2016, hace ahora un año. Sin saber qué responder le di el pésame, agaché la cabeza y esperé unos segundos. Después le pregunté si sabia cómo ocurrió. Me dijo que, según le explicaron, había sufrido un accidente doméstico y que tras resbalar en el pasillo del piso superior, cayó por el hueco de la escalera del dúplex donde residía  en Madrid, falleciendo al instante. Atónito, le di una abrazo, me despedí y deambulé sin rumbo durante varias horas.

Revisé los mensajes de mi teléfono y ahí estaban todos y cada uno de ellos. Yo estaba seguro de que Marisol no se había caído por el hueco de la escalera, ¿pero cómo demostrar que había sido un asesinato?, ¿cómo desmostar que su marido la empujó? ¿alguien me creería? o ¿me tomarían por loco?, ¿es posible hablar con alguien que lleva un año fallecida?.

Ojalá esos mensajes me hubieran llegado antes. Ojalá hubiera podido ayudarla. Ojalá los mensajes que me llegan desde el más allá sirvieran ante un juez para que se incoaran diligencias previas por maltrato... Pero prometo que no cejaré en mi empeño en demostrar que Marisol nunca tuvo un accidente aquel fatídico día del mes de marzo de 2016.

Fdo: Fernando Sierra Elías
 


Telefono de ayuda 016 ( no deja rastro en tu factura )

jueves, 24 de noviembre de 2016

Leyenda del conventual y su pasadizo secreto

El año 1640 es la fecha que se maneja sobre el inicio de la guerra que Portugal sostuvo contra la Corona española. Los frailes procedentes de las zonas fronterizas se trasladaron a Almendralejo con la intención de fundar un convento.

Los franciscanos consiguieron a 3 patronos que fueron los que aportaron la cuantía económica con la que sufragaron la fábrica y mantenimiento de la comunidad, firmando las capitulaciones de su fundación en 1656 y construyéndose el convento de San Antonio en 1785

Con la guerra de la Independencia, los frailes son expulsados y el convento es convertido en cuartel militar. 

La Guerra de la Independencia Española fue un conflicto bélico desarrollado entre 1808 y 1814 dentro del contexto de las Guerras Napoleónicas que enfrentó a las potencias aliadas de España , Reino Unido y Portugal contra el Primer Imperio Francés, cuyo interés era el de instalar en el trono español al hermano de Napoleón, José Bonaparte.

De este periodo data la historia que ahora os relatamos.

Foto de 1895 cedida por: Almendralejoenfotos.blogspot.com

Cuenta la leyenda que existía un pasadizo secreto que conectaba el convento con otras dependencias externas al mismo. Las malas lenguas apuntaban que eran utilizadas por los monjes de la época para conectarse carnalmente con las monjas de un convento cercano, pero eso es falso. La realidad es que ese pasadizo sí existió, pero se construyó como posible vía de escape ante una emergencia una vez que el convento se convirtió en cuartel militar.

Dentro de este contexto bélico, llegó a Almendralejo un militar francés de alta graduación que fijó sus aposentos en el hoy convento de San Antonio. Este militar conoció a una hermosa mujer de Almendralejo, de la cual quedó perdidamente enamorado. La mujer era de descendencia portuguesa y española, ya que su madre era de origen luso y su padre de Almendralejo. Evidentemente y de forma ideológica eran antagónicos, pero entre ellos surgió un fuerte vínculo pasional que les hacía mantener fugaces encuentros a la salida del pasadizo secreto donde hoy están los actuales Jardines de Santa Clara. Dicen que al amor es más fuerte que la ideologías políticas.

Tras varios meses de citas pasionales, la joven quedó embarazada y nunca le quiso decir a su progenitor quién era el padre de la criatura que esperaba. El tosco almendralejense supo de los encuentros con el capitán francés e imaginó, por deducción, quién podría ser el padre del vástago que esperaba su hija. Así, tras espiar a su hija y ver la ubicación de la entrada secreta, decidió utilizarla para vengarse del gabacho francés. Primero por principios ideológicos y segundo por lo que él consideraba una ofenda a su primogénita.

Para ello urdió un plan que pondría en marcha con el apoyo de varios vecinos. Así entrarían por el acceso de los jardines y una vez en el convento acabarían con la vida del capital para volver de nuevo por ese pasadizo como si nada hubiera ocurrido. Deseaban que la acción se convirtiera en un crimen perfecto. Lo que no contaba el padre era con la avidez de la hija que una vez enterada de los planes fue rápidamente a avisar a su amor prohibido, entrando por el pasadizo que usaban para sus furtivos encuentros. Con una tea avanzó a duras penas debido de su avanzado estado de gestación por los sinuosos vericuetos de tierra. 

Dicen que las casualidades se dan cita cuando la muerte acecha. Lo cierto es que ese mismo día el capital mandó sellar tanto la entrada como la salida porque alguien fiel a su causa le había comentado las intenciones que se estaban organizando en contra de su persona. La mala suerte se alió con al joven, quedando esta en el interior del pasadizo sin poder salir por ninguno de los dos accesos. Nunca más se supo de ella. El capitán marchó al día siguiente a un nuevo destino en Burgos y ella quedó en el más absoluto de los olvidos. 

En el año 1991 y a través de la primera escuela taller de Almendralejo, se puso en marcha un ambicioso proyecto que contemplaba la restauración y remodelación de lo que hoy conocemos como conventual de San Antonio. Hay rumores de que en el transcurso de las obras hallaron ese pasadizo y que solo unos pocos bajaron atraídos por la curiosidad. También cuentan que regresaron aterrorizados y que lo volvieron a sellar la entrada haciendo entre todos un pacto de silencio. Uno de aquellos trabajadores se atrevió recientemente a hablarme de lo sucedido. Me comentó con voz temblorosa que lo que encontraron aquel día fue el cadáver de una mujer con un niño en los brazos en una posición parecida a cuando una madre le da el pecho a su hijo recién nacido. . 

No sé si será falsa o verdadera esta historia. Lo que sí es cierto es que cuando llega el solsticio de invierno se oye el llanto de un bebé en el subsuelo del convento. Un llanto que pertenece al bebé que sigue perdido por el pasadizo secreto del conventual de San Antonio.

                                                                                                                                 Versión de la leyenda de: Fernando Sierra Elías

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domingo, 30 de octubre de 2016

Presagios y pesadillas

¿Alguna vez habéis tenido una terrible pesadilla tan real, tan real que al despertarte no sabes si ha ocurrido o no? Pues bien, algo parecido me ocurrió hace un par de meses.

Dicen que todos soñamos varias veces en el transcurso de la noche una vez que entramos en la fase REM. Unas veces recordamos, otras no. Lo cierto es que el destino quiso que esa noche una terrible pesadilla atormentara todo mi ser. Mi visión era la siguiente: Sobre un acantilado con tormenta de fondo merodeaba mi gran amigo FIDEL. Le llamé la atención en un par de ocasiones como intentando advertirle del peligro subyacente en la zona rocosa. Él solo reía y jugaba haciendo ademanes  como si se fuera a caer. En un momento del sueño, Fidel resbala. Mientras yo intento atraparle suspendiéndolo de mi mano derecha, con la mano izquierda me sujeto a unos escapados picos rocosos. Él me suplica que le ayude y que no lo deje caer. Cuando sus manos empiezan a resbalar de las mías, el miedo se apodera de ambos. Los ojos vidriosos de mi amigo  anuncian la necrología de una muerte inevitable.  Fidel resbala y, mientras cae, un grito ensordecedor hace que me despierte de la pesadilla. Veo el despertador y el display digital marcaba las  5 de la madrugada.



Tome un vaso de agua e intenté conciliar de nuevo el sueño. Al despertarme a la mañana siguiente y minutos antes de afeitarme, le envié un mensaje a Fidel. Le conté la pesadilla que había tenido durante la noche, le comenté lo real que había sido y le pregunté cómo se encontraba. Fidel me respondió que estaba muy bien y  que agradecía mi llamada, después se despedía con unos emoticonos sonrientes. Le dije que eso me tranquilizaba y le emplacé al mediodía para tomarnos un par de cervezas a la salida del trabajo. Fidel respondió con un: “Hecho, nos vemos”.

Tras afeitarme y asearme, me marché al trabajo. Tomé mi café matutino antes de entrar a trabajar y me quedé mirando un ratito los mensajes que minutos antes había enviado,  mientras que una sonrisa aparecía por la comisura de mis labios, denotando cierto humor por lo absurdo de la situación. Como si me diera cuenta de que había sido solo un sueño y nada más.

Al llegar a la radio, sobre la mesa de mi despacho había una nota de prensa de la policía. En la misma se anunciaba que un joven, del que solo aportan  las iniciales,  se había suicidado esa madrugada arrojándose desde el séptimo piso del bloque donde vivía. Según los datos aportados por  la policía, todo apuntaba a que los hechos acontecieron sobre las 5 de la madrugada, hora que coincidía con mi pesadilla. La primera de las iniciales era una F., pero evidentemente no podía ser Fidel, yo había hablado con él esa mañana.

Pensé que sería mucha casualidad, además tenía los mensajes. Así que no podía ser más que una broma del destino. Indagué antes de entrar en antena y me confirmaron que efectivamente el fallecido se llamaba Fidel.


Intuitivamente cogí el móvil, me fui a los mensajes de esa mañana. Observé ante la incredulidad de mis ojos cómo los mensajes se iban desvaneciendo ante mi aturdida mirada, mientras aparecía otro que decía: “Nos vemos pronto viejo amigo”.

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martes, 30 de diciembre de 2014

PEQUEÑA HISTORIA DE NAVIDAD

Estas Navidades parecen diferentes....Hace muchos años cuando llegaban las fiestas navideñas, los que conformábamos el mundo de la radio solíamos hacer programas solidarios de ayuda a los mas necesitados; era nuestro pequeño y humilde granito de arena.

Aquellas navidades, cuando finalizaban los años 90, fueron muy dolorosas para muchos de nosotros. Recuerdo con nostalgia y cierta tristeza  a  una chica. Era hermosa, simpática,  con ganas de vivir,  además de viuda y con dos hijos gemelos recién nacidos a su cargo. Ella (Soledad) se puso en contacto con nosotros . Había perdido su vivienda en Madrid y por avatares de la vida recayó en nuestra ciudad en unos días en los que  no tenía nada de comer ni ningún sitio donde descansar; ella... y sus pequeños.



Aquella historia nos entristeció... así, los compañeros procedimos a exponer su caso en antena. Solo diez minutos mas tarde, un bloque de solidarios vecinos de una conocida calle de Almendralejo se ofreció a pagar el alquiler de la segunda planta del edificio donde ellos residían.

Durante los años siguientes, esta joven y sus dos hijos vivieron  gracias a la solidaridad de estos vecinos.

Soledad me decía que Antonio (el del primero A) un día si y otro también le llevaba un litro de leche y unas galletas para los pequeños, Maria Isabel (la vecina del cuarto B) les aportaba huevos caseros de un terreno que tenía su marido Manolo. Benita, la del tercero C, era la que todas las semanas le bajaba varias latas en conserva y así hasta un largo etc. que aglutinaba a todos y cada uno de los solidarios vecinos.

Soledad dice que este año le ha tocado la lotería del amor. El pasado puente de la Inmaculada conoció a un hombre con el que ha congeniado a la perfección y le ha invitado a vivir en su duplex en una conocida urbanización de la ciudad.

Pero la sorpresa saltó ayer.....  Soledad me llamó muy preocupada a la radio. Me dijo  que había  recibido una carta del juzgado por la que “le invitan” a abandonar la casa ya que al parecer estaba viviendo de ocupa en la misma. Según me dijo....  ella ha explicado, a los agentes,  que no es cierto que viva de OCUPA,  ya que son los vecinos los que le han pagado el alquiler durante muchos años  y de hecho le han ayudado a sobrevivir.

Más abajo en la nota del  juzgado  se puede leer y apostilla que  ese bloque de viviendas estaba  abandonado desde hace mucho tiempo y que ella vive sola según consta en el acta judicial desde hace 10 años.

Soledad me pregunta si sé lo que está ocurriendo y yo, sinceramente,  no puedo aclararle nada. Solo le respondo que es una pena que no tenga la grabación de aquel año del especial de navidad ya que solo con esa grabación  podía demostrar que la llamada de los vecinos fue una realidad y que ese bloque estaba ocupado por vecinos solidarios y no por fantasmas solidarios.



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Fdo. Fernando Sierra Elías


miércoles, 29 de octubre de 2014

De cómo viví mi propia muerte

Esta mañana, puntual a la cita, ha sonado un día más el despertador de mi teléfono móvil. Al despertarme y tras levantare de la cama he sentido una impresión diferente a la de otros días. Es similar a esa sensación que uno nota como cuando has soñado algo desagradable pero no recuerdas qué es y al final te quedas con esa mala sensación en el fondo del alma, durante todo el día . Intenté recordar alguna de las pesadillas, pero no tuve éxito.

Al levantarme de la cama he sentido vértigos, algo así como si mi lugar de descanso no se separara de mi piel. ¿Raro, Verdad?, mi esposa se había levantado con anterioridad, quiero recordar que esa mañana tenia cita con su doctor de familia en el centro de salud.

Con cierta parsimonia y con una rara impresión, he encaminado mis pasos hacia el cuarto de baño, me he aseado y al mirar el espejo el reflejo del mismo plasmaba una edad que me hacía sentir mas viejo. En fin, nada nuevo, ya que cada vez que me miro al espejo me veo un poco mas viejo que el día anterior. Como siempre digo ¡Cosas de la edad!.

He dejado el coche en casa, y me he ido dando un tranquilo y relajante paseo hasta el trabajo. Las calles estaban más lúgubres que de costumbre, aun que, bien es cierto, que esa es una percepción que noto cada vez que llega mi odiado otoño.

Al llegar al trabajo las llaves no entraban en la cerradura y, de forma extraña, la calle se cerraba sobre mí como si me quisiera atrapar. Eso me hizo inquietarme y rápidamente lo achaqué a los vértigos matutinos que sentí al despertarme. No hay que preocuparse, me dije, como si me quisiera reñir a mí mismo, e intenté relajarme inmediatamente después. 

Decidí esperar a los compañeros de trabajo para que ellos me abrieran, así que encaminé mis pasos hacia el bar de la esquina para tomar un café. Manolo, como ya me conoce, no hace falta que le diga que café me apetece. Pero si observé que esta mañana no me dijo nada y que, además, no me ponía mi habitual americano con azúcar. Intuí que estaba enfrascado en sus cosas. 


En el bar estábamos los de siempre, el inspector que se detuvo a sí mismo, el estilista capilar, los repartidores de ilusiones... Sobre el mostrador se encontraba - como todos los días - la prensa de la mañana. En esta ocasión abierta por la sección de esquelas. Escuché cómo unos clientes hablaban sobre el nombre que aparecía en la misma, que al parecer era un cliente habitual de bar. Como nos conocíamos casi todos los de la primera hora de la mañana pregunté , mas no obtuve respuesta. Me acerqué personalmente a ver las esquelas y lo que vi fue mi propio nombre. Con una esquela que decía: “Tus Familiares, Amigos, y compañeros no te olvidaremos”

Asustado grité, pero nadie me escuchaba. Intenté tocar a los clientes para decirles que yo estaba allí, que la esquela era falsa y que seria un error de la prensa, pero nadie me hizo caso. 

Una extraña sensación me invitaba a encaminar mis pasos hacia el tanatorio – como si algo o alguien me dijera que allí estaba la explicación-. Al llegar, en la sala dos estaba toda mi familia y un libro de visitas invitaba a los asistentes a dejar su firmar de forma testimonial para recordar lo que fui.

Entre en la sala y tras el cristal vi un ataúd. Varias coronas decoraban el féretro y se podían leer varios mensajes de amistad en sus cintas de raso. Me asomé y en su interior estaba mi cuerpo, difunto, frío e inerte. 

Mire con cierta añoranza, nostalgia y cariño a toda mi familia. Besé a cada uno de ellos y atravesé el cristal como un ser etéreo, tenue y ligero... me acosté en el féretro y espere lo inevitable.

Creo que hoy no volverá a sonar el despertador de la mañana.

Dicen que cuando uno muere, su alma intenta mantener la rutina de todos los días, hasta que uno mismo se da cuenta de que ya no forma parte de este mundo. Hoy me he dado cuenta que esa teoría es cierta. Qué pena que no lo pueda demostrar ¿O sí?


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Fdo: Fernando Sierra Elías