martes, 30 de diciembre de 2014

PEQUEÑA HISTORIA DE NAVIDAD

Estas Navidades parecen diferentes....Hace muchos años cuando llegaban las fiestas navideñas, los que conformábamos el mundo de la radio solíamos hacer programas solidarios de ayuda a los mas necesitados; era nuestro pequeño y humilde granito de arena.

Aquellas navidades, cuando finalizaban los años 90, fueron muy dolorosas para muchos de nosotros. Recuerdo con nostalgia y cierta tristeza  a  una chica. Era hermosa, simpática,  con ganas de vivir,  además de viuda y con dos hijos gemelos recién nacidos a su cargo. Ella (Soledad) se puso en contacto con nosotros . Había perdido su vivienda en Madrid y por avatares de la vida recayó en nuestra ciudad en unos días en los que  no tenía nada de comer ni ningún sitio donde descansar; ella... y sus pequeños.



Aquella historia nos entristeció... así, los compañeros procedimos a exponer su caso en antena. Solo diez minutos mas tarde, un bloque de solidarios vecinos de una conocida calle de Almendralejo se ofreció a pagar el alquiler de la segunda planta del edificio donde ellos residían.

Durante los años siguientes, esta joven y sus dos hijos vivieron  gracias a la solidaridad de estos vecinos.

Soledad me decía que Antonio (el del primero A) un día si y otro también le llevaba un litro de leche y unas galletas para los pequeños, Maria Isabel (la vecina del cuarto B) les aportaba huevos caseros de un terreno que tenía su marido Manolo. Benita, la del tercero C, era la que todas las semanas le bajaba varias latas en conserva y así hasta un largo etc. que aglutinaba a todos y cada uno de los solidarios vecinos.

Soledad dice que este año le ha tocado la lotería del amor. El pasado puente de la Inmaculada conoció a un hombre con el que ha congeniado a la perfección y le ha invitado a vivir en su duplex en una conocida urbanización de la ciudad.

Pero la sorpresa saltó ayer.....  Soledad me llamó muy preocupada a la radio. Me dijo  que había  recibido una carta del juzgado por la que “le invitan” a abandonar la casa ya que al parecer estaba viviendo de ocupa en la misma. Según me dijo....  ella ha explicado, a los agentes,  que no es cierto que viva de OCUPA,  ya que son los vecinos los que le han pagado el alquiler durante muchos años  y de hecho le han ayudado a sobrevivir.

Más abajo en la nota del  juzgado  se puede leer y apostilla que  ese bloque de viviendas estaba  abandonado desde hace mucho tiempo y que ella vive sola según consta en el acta judicial desde hace 10 años.

Soledad me pregunta si sé lo que está ocurriendo y yo, sinceramente,  no puedo aclararle nada. Solo le respondo que es una pena que no tenga la grabación de aquel año del especial de navidad ya que solo con esa grabación  podía demostrar que la llamada de los vecinos fue una realidad y que ese bloque estaba ocupado por vecinos solidarios y no por fantasmas solidarios.



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Fdo. Fernando Sierra Elías


miércoles, 29 de octubre de 2014

De cómo viví mi propia muerte

Esta mañana, puntual a la cita, ha sonado un día más el despertador de mi teléfono móvil. Al despertarme y tras levantare de la cama he sentido una impresión diferente a la de otros días. Es similar a esa sensación que uno nota como cuando has soñado algo desagradable pero no recuerdas qué es y al final te quedas con esa mala sensación en el fondo del alma, durante todo el día . Intenté recordar alguna de las pesadillas, pero no tuve éxito.

Al levantarme de la cama he sentido vértigos, algo así como si mi lugar de descanso no se separara de mi piel. ¿Raro, Verdad?, mi esposa se había levantado con anterioridad, quiero recordar que esa mañana tenia cita con su doctor de familia en el centro de salud.

Con cierta parsimonia y con una rara impresión, he encaminado mis pasos hacia el cuarto de baño, me he aseado y al mirar el espejo el reflejo del mismo plasmaba una edad que me hacía sentir mas viejo. En fin, nada nuevo, ya que cada vez que me miro al espejo me veo un poco mas viejo que el día anterior. Como siempre digo ¡Cosas de la edad!.

He dejado el coche en casa, y me he ido dando un tranquilo y relajante paseo hasta el trabajo. Las calles estaban más lúgubres que de costumbre, aun que, bien es cierto, que esa es una percepción que noto cada vez que llega mi odiado otoño.

Al llegar al trabajo las llaves no entraban en la cerradura y, de forma extraña, la calle se cerraba sobre mí como si me quisiera atrapar. Eso me hizo inquietarme y rápidamente lo achaqué a los vértigos matutinos que sentí al despertarme. No hay que preocuparse, me dije, como si me quisiera reñir a mí mismo, e intenté relajarme inmediatamente después. 

Decidí esperar a los compañeros de trabajo para que ellos me abrieran, así que encaminé mis pasos hacia el bar de la esquina para tomar un café. Manolo, como ya me conoce, no hace falta que le diga que café me apetece. Pero si observé que esta mañana no me dijo nada y que, además, no me ponía mi habitual americano con azúcar. Intuí que estaba enfrascado en sus cosas. 


En el bar estábamos los de siempre, el inspector que se detuvo a sí mismo, el estilista capilar, los repartidores de ilusiones... Sobre el mostrador se encontraba - como todos los días - la prensa de la mañana. En esta ocasión abierta por la sección de esquelas. Escuché cómo unos clientes hablaban sobre el nombre que aparecía en la misma, que al parecer era un cliente habitual de bar. Como nos conocíamos casi todos los de la primera hora de la mañana pregunté , mas no obtuve respuesta. Me acerqué personalmente a ver las esquelas y lo que vi fue mi propio nombre. Con una esquela que decía: “Tus Familiares, Amigos, y compañeros no te olvidaremos”

Asustado grité, pero nadie me escuchaba. Intenté tocar a los clientes para decirles que yo estaba allí, que la esquela era falsa y que seria un error de la prensa, pero nadie me hizo caso. 

Una extraña sensación me invitaba a encaminar mis pasos hacia el tanatorio – como si algo o alguien me dijera que allí estaba la explicación-. Al llegar, en la sala dos estaba toda mi familia y un libro de visitas invitaba a los asistentes a dejar su firmar de forma testimonial para recordar lo que fui.

Entre en la sala y tras el cristal vi un ataúd. Varias coronas decoraban el féretro y se podían leer varios mensajes de amistad en sus cintas de raso. Me asomé y en su interior estaba mi cuerpo, difunto, frío e inerte. 

Mire con cierta añoranza, nostalgia y cariño a toda mi familia. Besé a cada uno de ellos y atravesé el cristal como un ser etéreo, tenue y ligero... me acosté en el féretro y espere lo inevitable.

Creo que hoy no volverá a sonar el despertador de la mañana.

Dicen que cuando uno muere, su alma intenta mantener la rutina de todos los días, hasta que uno mismo se da cuenta de que ya no forma parte de este mundo. Hoy me he dado cuenta que esa teoría es cierta. Qué pena que no lo pueda demostrar ¿O sí?


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Fdo: Fernando Sierra Elías

viernes, 17 de octubre de 2014

Leyenda del pozo "Las Cadenas" de Almendralejo

En otras ocasiones he aludido al mágico influjo que tienen los pozos en Extremadura y por ende en Almendralejo. Muertes , suicidios, asesinatos y otras macabras historias se han producido cerca de estos. A la lúgubre historia de los años 20 del crimen del pozo Airón hay que añadir otras leyendas, como la ocurrida en el Pozo de las Cadenas. Un pozo que servia de aljibe y que tras almacenar el agua , esta era enviada al Pilar para que las bestias abrevaran en el agua cristalina.

Pozo Las Cadenas (Foto Cedida)
Unos ciudadanos cuentan que este pozo se encontraba en la Avenida de la Paz, en el curso de lo que antaño era un riachuelo que provenía de las aguas que llegaban del camino de Villafranca. Otros apuntan a que el mismo se encontraba en los aledaños de la Alberca Vieja y algunos más dicen conocer de su existencia pero no aciertan a ubicarlo en nuestra ciudad. Lo que sí es cierto es que sobre él versan varias historias de suicidios, y hoy nos vamos a quedar con una de ellas.

Para ello nos tenemos que ubicar en plena Guerra Civil Española. Si me permiten no concreto el año. Digamos que estamos entre 1936 y 1939, inicio y fin de la contienda nacional. Según he podido saber era norma habitual que de uno u otro bando ciudadanos de a pie delataran a otros vecinos para que posteriormente fueran detenidos y en algunos casos fusilados. Unos lo hacían por ideologías políticas fueran del bando nacional o republicano, y otros aprovechaban esta deshonrosa circunstancia para vengar viejas rencillas familiares.

Estando en esa época, un ciudadano que llamaremos Onofre, delató a un conciudadano que en su momento había estado enamorado de su actual esposa. De esta forma nuestro protagonista consiguió ver a ese hombre entre rejas y consumar una venganza sola y exclusivamente por celos. Tras la detención -por causas ideológicas adujeron en aquellos entonces-, Onofre empezó a sentir arrepentimientos y a tener malos augurios y presentimientos. Así, tras varios días sin conciliar el sueño, encamino sus pasos hacia la cárcel del lugar para explicar que todo había sido una broma de mal gusto. Pero al llegar, el detenido había sido trasladado a otra ciudad y nunca mas se supo de él.

Aquel episodio marcó para siempre a Onofre, que no dejaba de soñar una y otra vez con su mala acción y con la consecuencia de la misma.

Tras varios años y una vez acabada la contienda, su esposa falleció de una terrible enfermedad. Fueron meses de dolor y angustia hasta que llegó aquel fatídico día. Ese hecho acabo hundiendo irremisiblemente a Onofre en la más absoluta de las depresiones imaginables. 

Una fría mañana del mes de noviembre, al volver de su trabajo y tras haber tomado el medio litro en el bodegón que le cogía de camino, decidió poner fin a sus días. Aquel día pidió otro medio litro , puso la caña en la botella y se armo de valor. Al llegar al pozo miro a la izquierda, después a la derecha y no vio a nadie, tomo impulso y salto al fondo del aljibe. 

Su única hija, que estaba en ese preciso momento en casa, ajena a lo que estaba sucediendo, entro en trance. Los familiares que a acompañaban se asustaron ya que empezó a hablar con una voz que no era la suya. Mientan intentaban calmarla escuchaban como gritaba y hacía aspavientos con las manos, como si quisiera gatear por una pared imaginaria. Mientras explicaba en voz alta todo lo ocurrido años antes por parte de su padre mientras decía la frase “me ahogo, me ahogo”. Los familiares intentaron reanimarla viendo el sudor y las convulsiones que ésta sufría. Tras varios e intensos minutos, la joven se relajó y con tono sereno dijo “ Mi padre se ha tirado al Pozo las Cadenas”, después entro en un sueño profundo y su cuerpo se calmó paulatinamente. 

Los familiares no entendían nada, pero asustados fueron al pozo que la hija comentó, encontrando efectivamente sin vida el cuerpo de Onofre con claras señales en las uñas de haber intentado gatear por las resbaladizas paredes del pozo de las Cadenas.

Hubo más casos en los años 50 /60. Un señor apodado Pintalauva también cayó a las aguas del pozo Las Cadenas, falleciendo por ahogamiento. No sabemos si fue un suicido o una caída involuntaria. Lo cierto es que son muchos los que por un motivo u otro decidieron poner el punto y final a sus días en el pozo de LAS CADENAS. 

Cuentan las lenguas del lugar que llegando el día de los difuntos se oyen voces en los aledaños del pozo de Las Cadenas. Dicen que son las almas atormentadas intentando salir de su interior.


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Fdo: Fernando Sierra Elías 




martes, 29 de julio de 2014

Tierna despedida desde el más allá

Aquel verano de 2008 María decidió interponer  demanda de separación a, Bernardo, su marido.  Lo que antes fue un matrimonio feliz, ahora se había convertido en un cúmulo de   adversidades imposibles de superar. Viendo que las soluciones que podían ser  viables se acabaron, decidieron  cesar su convivencia e iniciar los tramites de separación.

Los últimos años habían  sido complicados para Bernardo, la construcción ya no era el sector que antes aportaba grandes ingresos a la familia y el sueldo de ella , cajera en un conocido supermercado de Almendralejo, no alcanzaba para todos los gastos del hogar. Creo que en esta ocasión se puede aplicar aquello que  dice “Cuando la pobreza entra por la puerta el amor sale por la ventana”.

María se fue a vivir con los padres mientras que él se quedó en el domicilio conyugal.


En el mes de agosto María dispuso de su mes de vacaciones, así que tras meses de malas sensaciones matrimoniales decidió “arroparse la cabeza” y darse el lujo de una merecidas vacaciones con su hija de 17 años, Isabel. Los padres de ella también aportaron parte de su pensión para que su hija y su nieta pudieran disfrutar de unos días de descanso y olvidar las malas sensaciones vividas.

Madre e hija madrugaron mucho aquel sofocante día. La jornada se presumía calurosa y el vehículo no tenía aire acondicionado. Así, tras introducir las maletas en el viejo Seat Panda, iniciaron viaje dirección a Huelva .

Sobre las 9 de la mañana llegaban a El Ronquillo y decidieron parar a desayunar unos churros con café y zumo de naranja. Después Maria encendió su cigarrillo rubio con cierta parsimonia,  saboreó unas caladas, y miró al horizonte intentando rememorar algunos buenos recuerdos de su vida. El aplastar la colilla contra el viejo cenicero de cristal oscuro fue como el punto de inflexión para continuar con el viaje.

Después reiniciaron el camino. A unos kilómetros de Sevilla, a la altura de la Media Fanega y sobre las 9 y media de la mañana,  vieron una figura en el arcén de la carretera. Parecía que era Bernardo su ex-marido y padre de Isabel, pero era imposible. Al pasar a su altura, con gesto triste  les saludó con la mano derecha, y enseguida lo perdieron por el espejo retrovisor. Ambas pensaron que era una visión y, hasta llegar a la playa de Mazagón, no se dijeron nada la una a la otra.

Al entrar en la recepción del  hostal se miraron intentando interpelarse para verificar  si era cierto lo que habían visto en la media Fanega o, por el contrario, era fruto de una alucinación doble debido al calor sofocante de la carretera. Lo cierto es que ninguna le quiso decir nada a  la otra. Así, mientras Maria entregaba la documentación al recepcionista , Isabel contemplaba la vieja carretera a través del ventanal del hostal. Al fondo de las mismas se podía observar  la inmensidad del océano, que le hacia henchirse de gozo y al mismo tiempo de ansiedad y nostalgia.

Tras subir a la habitación y colocar las maletas en la entradita,  llamaron desde el teléfono del hostal a casa de los padres para indicarle que habían llegado bien. La hija descolgó el auricular y marcó lentamente el número de la casa de sus abuelos. Fue su abuela la que atendió la llamada entre sollozos. Asustada, a la vez que extrañada, Isabel preguntó qué ocurría. La abuela contestó que su padre había sufrido un infarto esa madrugada y que sobre las 9:30 horas – la misma hora que creyeron verlo en el arcén cerca de Sevilla- había fallecido en el hospital de Mérida.

Bernardo quiso despedirse de ellas  para siempre antes de irse al mas allá. Quién sabe, quizás el sentimiento de culpa por el trato ejercido hacia su mujer e hija  motivó que su alma desdichada volara hacia los ojos de María e Isabel, hacia aquella curva pedregosa de la media fanega, para dar su último adiós.


 Aquel día fue el inicio de las vacaciones más cortas y tristes de sus vidas.     

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Fdo: Fernando Sierra Elías

viernes, 11 de julio de 2014

El asesinato de la finca de los Estiles

El 23 de junio de 1992, aparecía en el DOE – Diario Oficial de Extremadura- la licitación de la obra del centro de tratamiento de residuos sólidos urbanos de Mérida  y la Planta de Transferencia de Almendralejo. Unos meses más tarde,  nuestra ciudad dejaba de depositar los residuos en la finca de LOS ESTILES, cerca de Aceuchal, y se disipaba así  un secreto que, conjuntamente con montones de bolsas de basura, quedaría en el más absoluto ostracismo hasta hoy.

Muy  pocos saben que a finales de los años 80 ocurrió un luctuoso hecho en nuestra hermosa ciudad que, en gran medida, tiene que ver con Los Estiles.

Imagen actual de LOS ESTILES

Como viene sucediendo  todos los años en época de vendimia,  Almendralejo se llena de temporeros venidos de todas partes , nacionales y extranjeros, cuestión esta conocida por todos.

Una de esas familias, llegó y  se instaló en nuestra ciudad a mediados de los 80. El marido era alto, apuesto y con fuertes brazos para la época de recolección. Un rudo trabajador que, por termino medio, era de los primeros en ser contratado cuando los empresarios del sector se daban cita en la plaza del Mercado, lugar de encuentro de muchos temporeros de la época.

Su esposa  era una hermosísima mujer de tez caucásica, con unas insinuantes y  sugerentes curvas que llamaban la atención allá por donde paseara.

Uno de los hijos del agricultor que contrató en varias ocasiones a su marido, puso los ojos en ella desde el principio. El joven se insinuaba e  insistía una y otra vez hasta que la hermosa mujer  accedió a sus ardientes  deseos. Por una parte, ella temía que de no acceder a las pretensiones,  su marido podría perder el trabajo. Pero por otro, el encanto seductor del apuesto joven también hizo mella en la hermosa dama.

El adolescente sabía perfectamente qué días y horas visitar a su amante.  No en vano, al ser su padre el contratista,  conocía a la perfección la ubicación de los trabajadores en la recolección de cada día.

Aquella mañana  del mes de  septiembre, volvió a visitar a su amante. En el delirio y  el furor carnal no se percató de que la lluvia había empezado a caer con insistencia en  la ciudad . Esta situación motivó que dejaran el tajo hasta el día siguiente, llegando el marido antes de lo previsto a casa y encontrando a los amantes en pleno juego amatorio.

Con rabia inusitada, arrojó a empujones al joven de la casa, y con la propia navaja de vendimiar le asestó un profundo corte en la garganta a su infiel esposa. El corte era tan preciso que seccionó las cuerdas vocales, lo que impedía pedir socorro a la mujer, que lentamente se fue apagando y  desangrando. Aún con un hilo de vida, el sombrío marido tuvo la sangre fría de taparle  la boca y con bridas negras atar sus pies y sus manos.


A eso de la media tarde cogió el cuerpo-ya inerte- y lo arrojó al contenedor de basuras más próximo. Posteriormente, esperó a que llegara la noche escondido tras el visillo de la ventana de la casa.

Cuando llego el camión,  observó con gesto serio cómo se elevaba el contenedor y se desplomaba todo el contenido sobre las fauces del camión. Después, con sadismo contenido, escuchó cómo el compresor del camión devoraba a su mujer, mientras la rotura de los huesos del ya cadáver,  se mezclaba con otras inmundicias sin valor.

Tras pasar por varias calles, los trabajadores municipales llevaron el contenido –como tantas noches- a la finca de Los Estiles- sin que en ningún momento se les pasara por su cabeza el macabro contenido del vehículo.

El asesino dejó el trabajo y  se marchó de Almendralejo. Nunca más se supo de él,  ni de esta macabra historia.

Hasta hoy . El otro día yendo a realizar unas fotos del lugar para una noticia que estaba redactando por mi  trabajo y  a eso de la media tarde se me acercó por el camino una señora un tanto descuidada. Le pregunte si deseaba algo. Ella me contó esta macabra historia  y después  con gesto desorientado levantó su brazo derecho y con el dedo índice me apunto hacia una de las montañas de basuras que aún existen en el lugar. Después sentenció: “TRAS AQUELLA LADERA ESTÁ MI CADÁVER... BÚSCAME” . Cuando me di la vuelta, la señora había desaparecido.


Parece ser que no he sido el único en encontrar a este desdichado ser. Otros ciudadanos comentan haberla visto deambular por la zona. Parece una temporera , pero realmente es el cadavérico fantasma de lo que otrora fuera una hermosísima mujer de tez caucásica, ojos verdes y cabellos dorados.

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Fdo. Fernando Sierra Elías

martes, 24 de junio de 2014

Quién le hizo el amor aquella calurosa noche de agosto

A finales de los años setenta y principios de los ochenta, se iniciaba entre los jóvenes de la época el fenómeno denominado el botellón. Algunos, a nivel local,  lo llamábamos “ginebrá” y otros “la beba”, lo cierto es que cientos de jóvenes se daban cita en los aledaños de la estación de tren para disfrutar de la noche del sábado. Algún tiempo después se trasladó a la Plaza del Vendimiador, años más tarde al Parque de las Mercedes y por último en el actual recinto ferial.



Hace unos años, una joven que asistía a una de estas fiestas  tuvo una experiencia que, por la forma de contármelo, me atrevo a asegurar que  no la olvidará jamás.

Era una de esas calurosas noches del estío Almendralejense y los jóvenes se habían dado cita como tantos sábados en el Parque de las Mercedes. Con sus bolsas a cuestas, habían tomado posiciones en la escalera de acceso y colocado su improvisado y  particular  parcela de diversión.

Estando en ello, se les acerco un hombre de mediana edad. Portaba una botella de J&B reserva de 12 años, y al parecer conocía a una de los chavales de la reunión. Este hombre, que llamaremos “J”, no dejó de mirar ni un solo segundo las largas y llamativas   piernas de la una de las chicas. Esta a su vez se sintió atraída por el hombre maduro. La chica, que llamaremos “K”, no perdía detalle de la llamativa  barba de tres días de este extraño, de la extensa y a la vez canosa  coleta, y la voz profunda y fuerte del hombre, que daba firmeza  a cualquiera de las conversaciones que mantenían.

La chica se le acercó y, de forma insinuante, le pidió si la podía acercar a casa. Mientras lo expresaba, se rozaba sugerentemente los labios con el dedo pulgar. Al mismo tiempo,  le decía sin apartar sus ojos  de los de él, que se había dejado la barra de labios -rojo intenso- en la habitación de su dormitorio. El hombre, ávido de deseo,  sacó las llaves de su vehículo -un llamativo deportivo de la época- e instó a la joven a que le siguiera.

Una vez en el vehículo, la joven le propuso primero que dieran una vuelta por el camino de “Los Malosvino”, anexo al parque de las Mercedes. A un par de kilómetros de la ciudad, pararon. Ella aproximó lentamente sus labios a los labios del  varón y lo beso con ardor y pasión inusitada. El hombre reaccionó, acariciando cada una de las partes del joven cuerpo de la chica. Tras hacer intensamente el  amor a la luz de la luna del mes de  agosto, el hombre salió del vehículo. Era,  como si necesitara respirar tras el esfuerzo realizado.

Al cabo de unos minutos, y al ver que tardaba en volver,  la joven, preocupada, empezó a llamarlo sin obtener respuesta. Decidió salir del coche y, al llegar a la parte trasera del vehículo, encontró al individuo con una fuerte traumatismo en la cabeza y  bañado en un charco de su propia sangre. 

Aterrorizada, empezó a gritar y pedir ayuda, pero  la inmensidad de la noche apagaba su desconsuelo. Estaba sola frente a la víctima. Un fuerte dolor en el pecho se apodero de ella y calló desmayada al suelo.

Al despertar, todos sus amigos estaban alrededor de ella en la escalera del parque de las Mercedes intentando reanimarla . Al parecer- le comentaron- había sufrido un desmayo, quizás debido al calor sofocante de la noche unido a la ingesta de alcohol. Ella, agobiada, preguntó por el hombre que la acompañó a su casa. Los compañeros extrañados, le expresaron que ella no se había movido del lugar en ningún momento.

Al llegar a casa, y con el miedo aún a flor de piel por lo ocurrido, entró  en su habitación y se desnudó.  Mientas mentalmente empezaba a asumir que lo ocurrido era por efectos del alcohol, procedió a vaciar el contenido del bolso en la colcha de la cama. Entre sus enseres  encontró una vieja cartera . Era la de J, con sus documentos, DNI y carné de conducir además de 10000 pesetas. Aquella noche no pudo conciliar el sueño.

Al lunes siguiente decidió entregar la cartera en la comisaría de policía . Allí le preguntaron que donde la había encontrado. Ella –para no ser tomada por loca – comentó que  en un parque de la ciudad. El policía, tras agradecer el gesto de la chica- procedió a introducir  los datos del DNI en el ordenador . Descubriendo que el propietario de la cartera había fallecido cinco  años atrás. Así, según marca la ley, decidieron  entregar en propiedad la cartera de J.


Nuestra amiga, está actualmente casada, tiene un hijo de 15 años y no pasa un solo día sin preguntarse cómo llegó aquella cartera a su bolso y quién fue aquel desconocido que la amó aquella calurosa noche de agosto.

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Fdo: Fernando Sierra Elias

viernes, 13 de junio de 2014

LA EXTRAÑA PREMONICIÓN SOBRE LA MUERTE DE MI AMIGO CESÁREO

Esta noche he tenido un sueño en el que aparecía mi viejo amigo Cesáreo María Delgado, alias ‘El Gordo’. Un hombre al que, en honor a la verdad, nunca le acompañó su apellido, debido a su voluminoso cuerpo. Ambos nos conocimos en el Instituto Santiago Apóstol de Almendralejo. Él estudiaba mecánica del automóvil y yo Electrónica de Telecomunicaciones.

Casi todos los días,  en el transcurso del recreo,  intercambiábamos nuestro cigarrillos. El fumaba “Habanos” un tabaco negro de gran intensidad,  mientras yo me inclinaba por el  rubio “Fortuna”. Lo cierto es que, durante ese ratito, nos sentábamos en su antiguo SEAT 600 mientras cada uno fumaba el tabaco del otro. En fin, una forma diferente de pasar esa media hora de asueto mientras divagábamos sobre nuestro futuro y sobre la chica que el curso anterior dejó tocado el corazón de Cesáreo.


Bueno, volvamos al sueño. En el mismo me desplazaba  a su taller, ubicado en una conocida calle de Almendralejo, para ver un extraño ruido que salía del motor de mi viejo Ford. Cesáreo, con la profesionalidad que le caracteriza,  levantó el capó y observó detenidamente el interior del  vehículo. Posteriormente, lo colocó en el elevador hidráulico para ver la parte baja del mismo. Mientras el coche ascendía, algo me llamó la atención, pero sólo me atreví a observar detenidamente sin comentar nada a los mecánicos del lugar. Cesáreo se colocó  bajo el coche, lo escudriñó, y de repente, sin saber el motivo, el elevador falló y el coche cayó sobre él, aplastando su frágil cuerpo sobre el duro suelo.

En ese preciso instante, es cuando un sobresalto me despertó de mi terrible pesadilla.

Todavía con la mala sensación del sueño en el cuerpo, me afeité, me aseé y  encaminé mis pasos al trabajo. Tengo la costumbre de tomar un café antes de entrar en la radio, así que me detuve como es habitual en el bar de José. Ojeando la prensa diaria pude leer en la página 12 un suceso premonitorio relativo a mi sueño. Entonces, la ansiedad se apoderó de mí. El titular decía: “Accidente laboral en Almendralejo.  Cesáreo Delgado falleció ayer al caerle el vehículo que estaba reparando”

De repente, me volví a despertar, y respiré muy hondo. ¡Uff! qué alivio... Todo había sido una pesadilla dentro de otra pesadilla.

Lo más inquietante y  turbador, es que ahora  sí me he despertado de verdad y no me encuentro ni en casa ni en el trabajo. Estoy en el tanatorio acompañado de  unos cuantos compañeros  del instituto velando el cuerpo de nuestro amigo común,  el mecánico Cesáreo María Delgado, alias “El Gordo”. 


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Fdo: Fernando Sierra Elías 


miércoles, 4 de junio de 2014

EL FANTASMA DE LA OJE DE ALMENDRALEJO

A mediados de los años setenta, en lo que hoy es la travesía de la Calle Mérida ¾ entre el actual edificio del OAR y el Ayuntamiento ¾  se alzaba el conocido local de la O.J.E., cuyas siglas significaban Organización Juvenil Española. Esta organización fue creada en 1960 durante la dictadura Franquista.  Era un lugar de encuentro para los jóvenes de la época en un tiempo en que las discotecas, bares y pubs brillaban por su ausencia.



Tras la entrada principal, los jóvenes teníamos  una zona diáfana con luces de colores, una barra-bar, y un tocadiscos para disfrutar de las  canciones de la época. Tras este salón estaba la cancha multidisciplinar ¾actualmente es una travesía transitada por vehículos ¾. En esa cancha se  jugaba al fútbol sala, también había magníficos jugadores de tenis- José Cadaval, Manolo Castillo o José Molina-  aún que otros como yo nos inclinábamos más por el  baloncesto.

Curiosamente, cada vez que finalizábamos un encuentro, al llegar a los vestuarios,  todas nuestras cosas estaban cambiadas de sitio. Nosotros siempre bromeábamos con la  posible presencia de un fantasma juguetón que al parecer era el responsable de que tanto las bolsas de deportes como la ropa de competición  fuera cambiada de lugar.

Aquel caluroso fin de semana  nos enfrentábamos el equipo del Instituto Laboral ¾Hoy Santiago Apóstol ¾ y el equipo de la OJE . Nuestra selección estaba  al completo y además contábamos con nuestro mejor jugador... Alfredo, un Ala Pívot que ya en aquella época anotaba  canastas  de tres puntos cuando aún no existía a línea de 6.25. Esa tarde el partido transcurría como cualquier otro .

 Lo que  ahora son los bancales de la pared del ayuntamiento eran las gradas de la época, donde el público se sentaba a ver los partidos. Aquella tarde, además del partido iban a ver otra cosa. Cuando faltaban unos 10 minutos para el final del encuentro, nuestro alero pívot , Alfredo, se sintió indispuesto y cayó  fulminado al duro suelo de la cancha. Todos los jugadores nos quedamos sin saber que hacer ... inmóviles. Cuando llegó la ambulancia ¾un antiguo seat 1430 modificado para la sanidad de la época ¾ trasladó al joven al hospital Nuestra Señora del Pilar o Casa de Socorro como se la  conocía antes.

Tras varios días de incertidumbre por la salud de nuestro compañero, Alfredo mejoró. Ya de nuevo en la OJE,  éste insistía una y otra vez que gracias al fantasma de la OJE, él estaba vivo. Matizaba siempre que durante su pérdida de conocimiento de aquel día,  vio una luz y a alguien que le susurraba tranquilizándolo. Decía  que era un chaval vestido con una extraña ropa deportiva y que le dijo se serenara ya que sabía como actuar en situaciones  como esta. Siempre mantuvo que, hasta que llegó la ambulancia, este fantasma le conservó el hilo de  vida, que supuso su posterior recuperación.

Escudo de la O.J.E.
Con el paso del tiempo la OJE,  como tantos otros edificios de la época,  desapareció, y con  las obras de remodelación del centro de Almendralejo a mediados de los años noventa, se convirtió en un vial más de la ciudad.
  
Algunos dicen que el fantasma de la OJE , aún se mueve por la zona.   Incluso algunos chavales aseguran que sobre las 12 de la noche, al pasar por la travesía, se le ha acercado un joven vestido con ropa deportiva. Éste les pregunta la hora y cuando se la dices te mira a los ojos y  responde:  - “ es la hora de mi muerte...”. Después se desvanece como el humo de un cigarro. Se hace un silencio y, posteriormente,  se retoma el monótono sonido de las aguas de los jardines de Santa Clara.


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Fdo: Fernando Sierra Elías 

miércoles, 28 de mayo de 2014

LA LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA PIEDAD DE ALMENDRALEJO

El historiador Francisco Zarandieta nos habla en uno de sus libros que hace muchos años Almendralejo tenía en su haber varias ermitas. Cada una de ellas servía de pórtico de entrada a la ciudad. Así, entre otras muchas por ejemplo estaba la de los Mártires, ubicada en la calle del mismo nombre. Por el Oeste estaría la de San Marcos. Los peregrinos que venían de Mérida o zona Norte accedían a la ciudad por la actual ermita de Santiago y los que provenían de Villafranca realizaban sus oraciones en la Ermita de la Piedad. Ahí ofertaban sus agradecimientos por parte de los caminantes que llegaban con bien a nuestra ciudad.


Hoy nos paramos, precisamente, en la ermita de la Piedad. Para ello hay que remontarse al  año 1507, entonces, la villa de Almendralejo contaba con algo menos de 2.000 habitantes dedicados, en su inmensa mayoría, a la ganadería y agricultura.

Cuenta la leyenda que a media legua y algunas  varas de la ciudad ( una legua equivale a  4 ,4 Kilómetros y vara es una antigua medida española y portuguesa que equivale a 0,83 metros)  se encontraba un agricultor labrando sus tierras. El calor sofocante del mes de agosto hacía mella en sus rudos brazos, pero el trabajo agotador no permitía descanso. Mientras seguía avanzando en el recorrer de sus tierra y a la altura donde hoy se encuentra la actual ermita de la Piedad, su azadón se hundió en la tierra chocando violentamente con un objeto de piedra. En ese momento escuchó una voz divina que le decía ¡piedad, piedad! El agricultor receloso y  con cierto miedo hincó sus rodillas en el suelo, apartó unos matojos y desenterró ávidamente  el objeto. Su sorpresa fue mayúscula  al encontrar la imagen de una virgen antigua tallada en piedra.

El agricultor, tras finalizar la jornada  se llevó a casa el hallazgo  y le comentó a su esposa lo ocurrido. María tomó los hechos por una alucinación o confusión debido al impacto del sol de agosto en la cabeza de su  tosco marido. Dejaron la imagen en la alacena y tras cenar se fueron a descansar.

Al día siguiente, ambos observaron sorprendidos que la imagen había desaparecido, atribuyéndolo a un milagro más que a un robo que difícilmente podían realizar en su humilde morada. Ambos se arrodillaron y rezaron varias oraciones.

Como cualquier otro día, el  hortelano volvió a su trabajo en la misma zona del día anterior . Anselmo no salía de su asombro... La imagen apareció como por arte de magia en el mismo sitio que él la encontró el día anterior. La cogió entre sus brazos y corriendo se desplazó de nuevo al pueblo. Una vez más le contó lo sucedido a María, su mujer, y ambos decidieron llevar la imagen al párroco del pueblo y explicarle el extraño suceso.  

El párroco, mientras escuchaba el relato de los dos fieles de la villa,  esbozaba una sutil sonrisa que denotaba una cierta incredulidad  por los hechos relatados. Más tarde, ya con gesto serio,   calmó a la longeva pareja y le dijo que depositaría la imagen en un lugar privilegiado de la sacristía.

Al día siguiente era el párroco el que no daba crédito a lo que veían sus ojos. La imagen, una vez más,  había desaparecido. Creyendo entonces la historia de Anselmo y Maria, se fue rápidamente  a  casa de estos  y  preguntó  dónde había encontrado la imagen exactamente .

Anselmo y el párroco encaminaron sus pasos y tras recorrer media legua y algunas varas llegaron al lugar señalado. Efectivamente una vez más, semienterrada,  estaba la imagen de la Piedad  en el mismo lugar de la aparición del  primer día. Achacándolo a un milagro y entendiéndolo como un mensaje divino, el párroco decidió que había que construir una ermita en ese lugar bajo el nombre de la Piedad. Para ello puso en marcha una colecta popular.

El primer real (cuyo valor era de tres maravedíes) fue el del propio Anselmo. A este le siguieron muchos más, hasta conseguir los peculios necesarios para la construcción de la ermita.



La virgen de la Piedad se convierte en Patrona de Almendralejo en 1657. En 1696 se adquieren los terrenos anexos a la ermita. Y ya en el siglo XX, concretamente en  1987, siendo alcalde D. José García Bote es nombrada Alcaldesa Perpetua de Almendralejo, años más tarde el 29 de mayo de 2008 se procede a la Coronación Canónica de la Virgen coincidiendo con el final del rectorado de D. Tobías Medina Cledón.

La verdadera imagen de la Piedad es la que se encuentra actualmente en la hornacina de entrada a la Ermita de su nombre en Almendralejo.

Debido a la importancia y gran valor de esta imagen, se ha realizado para el culto y devoción de los habitantes de Almendralejo, otra de mayor tamaño y con menos valor histórico. Conservándose el original en el interior de la ermita. 


PINCHA AQUÍ PARA OÍR EL AUDIO




  Fdo: Fernando Sierra Elías

NOTA: La leyenda es una adaptación de Fernando Sierra basándose en recopiladores de: F. Zarandieta,  F. Cotano y A. Sánchez. A partir de varias versiones de informantes orales y contrastada con la del párroco de Almendralejo, D. Tobías Medina Cledón.   Pedro Forte también ha presentado varios trabajos sobre Almendralejo.




viernes, 9 de mayo de 2014

LA LEYENDA DEL CAÑO LA NEGRA DE ALMENDRALEJO

Cuentan los viejos del lugar que el “Caño la Negra” o la “Fuente la Negra” emana agua de sus surtidores o no, en función del venero del que obtiene su agua cristalina. Pero sólo unos pocos sabemos que eso no es así, porque la leyenda nos cuenta otra cosa.

El Caño la Negra es una fuente ubicada entre la calle Mártires y Villafranca en un coqueto parque, actualmente conocido como la Plaza del Sol y que antaño servía de puerta de acceso para dar de beber a los sedientos caminantes que provenían de la zona sur de Extremadura. Cerca de ella se encontraba la Ermita de los Mártires. Así los creyentes calmaban su sed en la fuente y su fe religiosa en la propia ermita, donde agradecían llegar bien a Almendralejo tras su largo viaje.


El 1 de noviembre de 1696, el Rey Carlos II concedió el privilegio de Villa Realenga a Almendralejo. En esa fecha, la ciudad contaba con 28 calles, tres plazas y 2.000 habitantes.

Entre esos habitantes se encontraban la Bella Baasima, de descendencia árabe (cuyo nombre significa sonriente) y el apuesto joven Damián.

Baasima era una hermosa mujer de tez oscura con una belleza que iluminaba allá por donde pasaba, con unos ojos de profunda mirada. Damián era un hombre apuesto, proveniente de grandes agricultores, pero venido a menos por los avatares de la vida. Cuenta la leyenda que ambos se conocieron cuando Baasima iba a recoger agua al Caño la Negra. Durante meses, sus miradas se entrecruzaban una y otra vez hasta que el amor surgió entre ambos. Desde entonces los viajes al caño la negra se hicieron más largos y extensos. Esas prolongadas ausencias extrañaron al padre de Baasima, un hombre de carácter rudo y chapado a la antigua, hasta tal punto que decidió enviar a unos sicarios para que siguieran a su hija y le informaran, por si ocurría algo extraño.

Tras conocer el padre la historia de su hija con el mancebo almendralejense, ordenó de forma inmediata asesinar al joven Damián.

Tras urdir el trágico plan, decidieron sorprender a los jóvenes enamorados una noche del mes de Junio. Así, se presentaron los esbirros a la luz de la luna y hallaron a los dos jóvenes sentados en el brocal de la fuente, fundiéndose en un prolongado beso de amor. Una de los asesinos empuñando una daga de grandes dimensiones se abalanzó sobre Damián. Baasima se dio cuenta de la acción y se interpuso entre su amado y el asesino recibiendo ella la mortal puñalada en el corazón. Damián la cogió entre sus brazos y con lágrimas en los ojos intentó reanimarla, momento que aprovecharon los verdugos para clavarle la misma daga en la espalda del joven enamorado.

La noche se tornó gris y la sangre de ambos se mezcló con al agua cristalina de la fuente. Primero el color rojizo de la sangre se convirtió en negro y después el agua de la fuente lo fue cambiando hasta darle un toque cristalino.

Al cabo de unos días y tras conocerse el suceso y proceder a la detención de los asesinos y el desdichado padre, cuentan que la fuente se fue apagando poco a poco, hasta llegar a nuestros días.

El mes de Julio del año 2010 el ayuntamiento, a través de los operarios municipales, intentaron arreglarla para que volviera a entrar en funcionamiento, pero sólo unos pocos sabemos que únicamente la hermosa Baasima lo puede conseguir. Los caños echan agua los días que Baasima, vuelve a la tierra a derramar lágrimas por su amor imposible.

Parece ser que incluso algunos vecinos aseguran haberla visto como se ven estas cosas. Una especie de silueta hermosa, atractiva, bella y virginal como era la de Baasima.

Si tú también quieres sentir la experiencia, acércate al Caño la Negra en la mágica noche de San Juan.



Versión de la leyenda de: Fernando Sierra Elías

lunes, 5 de mayo de 2014

DOS HERMANOS, UNA CALAVERA Y EL POZO MOLINO BAJO DE ALMENDRALEJO

Mi nombre es Fran. Aquella mañana se presentaba como tantas otras. Mi hermano Miguel Ángel y yo, nos dirigimos como todos los días a la obra en la que estábamos trabajando desde hacía seis meses, en la vecina localidad de Mérida, a unos 23 kilómetros de nuestro Almendralejo natal.

Aquel día el duro trabajo nos llevó a la tercera planta de la construcción. Las paredes del salón y la cocina nos esperaban en las cuatro estancias que albergaba la tercera planta. Desde ella, por cierto, se tiene una magnífica vista de un parque cercano y, aunque ese día de primavera hacía frío, el amanecer era precioso.

Tras más de 4 horas de duro trabajo, paramos como todos los días brevemente para tomar el bocadillo de la mañana. A mi hermano Miguel Ángel le llamó poderosamente la atención una masa uniforme que sobresalía de una de las paredes que da al salón de la segunda planta. Era algo extraño, ya que en esa estancia habíamos trabajado el mes pasado.


La curiosidad innata nos hizo bajar. Esa masa no era otra cosa que una bolsa de color negro. Al abrir la misma, una calavera cayó de su interior, golpeo en el suelo y tras rebotar pude atraparla en el aire. Como por arte de magia, la calavera empezó a hablar y dijo: “Adiuva me ita inferno “

Mi hermano y yo no salíamos del asombo. Nos miramos una y otra vez dubitativos, dejamos la calavera en el sitio que la hayamos y volvimos al “tajo”.

Durante el camino de regreso a casa no mediamos ni una sola palabra. El silencio ensordecedor fue la nota predominante de la vuelta a casa.

Mi hermano escudriñó en los textos antiguos y descubrió que “Adiuva me ita inferno" era una frase en latín y que significaba “Ayúdame a salir del infierno”, así que ambos decidimos por mutuo acuerdo, darle cristiana sepultura a la calavera al día siguiente. Improvisamos un camposanto al lado de la obra en el parque anexo. Una antigua cruz de hierro no sirvió para ayudar a ese ser del otro mundo. Tras realizar el sencillo enterramiento, la calavera nos habló por última vez: “Gratias agimus tibi. Quaerere veteris super ollam album”

Al llegar a casa de nuevo, buscamos el significado de aquellas misteriosas palabras. La traducción literal era: “Gracias. Buscad en el camino viejo al lado del pozo blanco”. No sabíamos, a ciencia cierta, qué quería decir, pero indagamos en los caminos de Almendralejo y cuál de ellos tenía un pozo blanco.

Tras varios días de indagaciones, el que más nos llamó la atención fue el pozo del “Molino Bajo”, que coincide en camino paralelo al pozo “Valle Alberca”. Nos dirigimos al mismo y al lado del brocal había una bolsa idéntica a la que localizamos con el contenido de la calavera días atrás, en su interior brillantes y cegadoras nos encontramos 50 monedas de oro y un manuscrito antiguo que decía “ecce merces vestra in die illa” o sea “ he aquí vuestro salario de aquel día”.

Desde entonces, el respeto por nuestros ancestros se nos ha hecho más incisivo y revelador.

Podéis pensar que ahora somos ricos, pues nada más lejos de la realidad. Seguimos trabajando como antaño, a pesar de tener un gran tesoro, no podemos hacer uso de él. Cada vez que enseñamos esas macabras reliquias, la persona que las ve, fallece de forma súbita ¿Te atreves a verlo tú?


Fdo: Fernando Sierra Elías

jueves, 24 de abril de 2014

DIARIO DE UN CADAVER

Qué triste es llegar a viejo, tremendamente triste…. La autopista de la vida se convierte en una carretera secundaria plagada de hondos y desagradables baches.

Mi nombre es Pablo, tengo 40 años  y llevo 7  cuidando de mi abuelo, como imagino  hacéis muchos de vosotros con vuestros  seres queridos. Lo único que ocurre es que en  este caso se convierte la historia en un drama peculiar porque yo soy el único familiar que le queda con vida en la tierra.

Vivimos en un humilde piso de uno de los barrios de Almendralejo. Durante estos 7 años he ido plasmando en un diario los avatares con  mi abuelo José, las historias cotidianas y cómo es el día a día de nuestras tristes y pobre vidas.


A modo de resumen puedo desgranar algunas páginas de ese diario con  los hechos más significativos de estos años.

El primero que recuerdo con más fuerza es la tristeza de mi abuelo cuando falleció mi abuela. De hecho, creo que desde entonces no ha levantado cabeza, se volvió más huraño que de costumbre y dejó de ser el que antes era.

Lo segundo fueron los dolores continuos en el pecho. Me atrevo a asegurar que los cuidadores nos convertimos un poco en médicos. Quizás por no molestar a urgencias, quizás por la inmediatez de la ayuda, lo cierto es que gracias a unas pastillas rojas y azules que le prescribió el doctor hacía algún tiempo el alivio era casi inmediato. Así estuvo más de un semestre.

Estos dos últimos años han sido los peores. Su cabeza se ha tornado gris  y sus músculos agarrotados por el paso del tiempo le han  hecho postrarse en el sillón beige del  salón. Y ahí me repite una y otra vez  que no desea más que morirse. En fin cosas de los mayores.

Hoy estoy preocupado por el abuelo. Ayer por la mañana se presentaron en mi casa dos hombre vestidos de banco, me sacaron a empujones  y me encerraron en estas cuatro paredes blancas sin saber el motivo.

Hoy por la mañana, uno de los enfermeros -que creo me mira con cierta complicidad y complacencia-, me ha dejado ver la prensa del día. En la pagina número 5 del diario HOY he podido leer: “Un individuo de 40 años de nombre Pablo ha convivido con el cadáver de su abuelo durante 7 años. El individuo ha sido trasladado a una institución mental…”

Estoy seguro de que yo no puedo ser el protagonista de esta historia porque esta mañana me ha llamado mi abuelo diciéndome que, si podía, vendría a visitarme esta tarde. ¿Podrá?.


Fdo: Fernando Sierra Elías

viernes, 11 de abril de 2014

LA MUERTE HABITA EN ALMENDRALEJO

Mi alma duda y mi mente está en tinieblas. Estoy tremendamente preocupado,   asustado y angustiado. En el año 2004 me vaticinaron algo que previsiblemente se va a cumplir en este 2014.

Os cuento para que me entendáis. En 2004 me ocurrieron tres cosas significativas: una, me divorcié; otra, encontré a la mujer de mi vida; y la tercera, cual película de Woody Allen, me vino a visitar la muerte a mi casa. Sí, sí, como suena... Me vino a visitar la muerte.

Por cierto, eliminad los mitos que tenéis sobre ella. No es como en las películas, no viene con una capa y un azadón, ni  viene vestido de rojo con cuernos en todos lo alto. ¡Qué va...! Es una persona como tú o como yo y, además, tremendamente conocida aquí en Almendralejo. De hecho, puede ser que hasta esta misma mañana te hayas cruzado con él por la calle Real.



Aquella noche de 2004 me dijo que mis días se habían agotado. Me explicó que la ingesta de alcohol y tabaco habían hecho mella en mi maltrecho organismo. Y que todo había llegado a su fin. Estuvimos dialogando durante toda la noche... No en vano, era mi ultima noche.

Hablamos del pasado, de lo que me hubiera departido el futuro y cómo habría sido el mañana de mis vástagos. Tomamos unas copas, haciendo nuestros los pensamientos filosóficos de Sócrates y Platón sobre la muerte y debatiendo sobre qué es lo que muere con la muerte del cuerpo. Hablamos horas y horas, hasta el amanecer. Al llegar la mañana del día siguiente conseguí sacarle un compromiso “que me dejara en la tierra un tiempo más”.

No sé cómo, pero convencí a la muerte. Esta me concedió 10 años para arreglar “Mis Cosas”, solo con una condición, que no desvelara jamás su auténtica identidad, ya que es un almendralejense de pro.

En este 2014, se cumple la profecía. No hace falta que os diga que un día sí y otro también me quedo mirando receloso la puerta de casa esperando que de nuevo venga la muerte a visitarme y a llevarme con ella. 

Solo yo por ahora, sé quién es la muerte. Os aseguro que habita en Almendralejo y está muy cerca de ti. Espero que durante mucho tiempo no tenga que desvelar su identidad. Eso quiere decir que aún estoy vivo.

Por cierto... Fernando ya no esta entre nosotros,  la muerte le ha visitado y esto no lo esta escribiendo él.



Fdo: Fernando Sierra Elias

viernes, 28 de marzo de 2014

LA CASA EMBRUJADA DE ALMENDRALEJO

A finales de los años 80 me ocurrió un suceso que hasta hoy no me he atrevido a contar. Aunque parezca mentira, soy una persona tremendamente tímida. Trabajo en un medio de comunicación de cara al público, es cierto, pero sigo siendo tremendamente tímido y eso me ha supuesto siempre un sobrecoste adicional a la hora de relacionarme con las personas del sexo opuesto.

Hace unos años, el conocer a una chica era un poco más complejo que en la actualidad con tanto  whatsapps, facebook o twitter,  pero ese día iba a cambiar mi vida. Era sábado y  esa mañana me dirigí a mi tienda habitual de discos. Saludé a Fabiola, la dependienta,  y escudriñé las estanterías absorbiendo ese olor que sólo el vinilo te  puede ofrecer. De pronto, al levantar la cabeza … miré y allí estaba ella. Era morena, 1,70 y con una mirada que se me quedó clavada en el fondo del alma. Mi timidez no me permitió más que agachar la cabeza y dedicarle un retraído ¡Buenos Días!


A la semana siguiente volví a la tienda de discos, más por ver si estaba ella,  antes que por adquirir un nuevo LP para mi colección. Y efectivamente… allí estaba. Esta vez (no sé cómo) me atreví a preguntarle por sus gustos  musicales... eso nos llevó a los gustos por el café y así hasta una cita  para cenar aquella noche.

Tras una más que romántica comida en el Restaurante el Paraíso, y tras inmortalizar nuestro cita en una foto de ambos (ahora se llaman Selfies o autofotos),  Luz y yo nos encaminamos en dirección al centro de la ciudad. Yo aún poseía mi Renault 8 color Blanco, no era gran cosa pero….

Esa noche nos reímos, disfrutamos y lo pasamos bien. En torno a  las dos de la madrugada me sugirió que la acompañara a su casa. Al llegar a su vivienda ubicada en el barrio de Las Mercedes ( evito decir la calle y el número por razones obvias), me invitó a entrar. Nervioso acepté. El pasillo tenía  una decoración exquisita. Los muebles parecían Isabelinos y al entrar en su habitación al fondo del pasillo era como entrar en el cielo de los justos. Evito comentarios sobre lo que ocurrió aquella noche, porque soy un caballero,  pero sí puedo les puedo decir que fue una noche  “De ensueño”.

Estos encuentros se repitieron durante más de un año, hasta que cierto día del mes de Abril la llamé como tantos otros  para quedar  y no me contestó. Insistí una y otra vez,  pero el teléfono no daba señal. Así que, preocupado por que le ocurriera algo, me encaminé hacia su casa .



 Una vez ante la fachada, algo raro me llamó la atención. La puerta  parecía más vieja que de costumbre. Llamé una y otra vez hasta que la vecina de al lado  se asomó y me preguntó por qué llamaba . Le dije que allí vivía mi novia . La vecina cambió la cara y con gesto serio me afirmó que “EN ESTA CASA NO VIVE NADIE DESDE HACE 25 AÑOS”. Le respondí que sí,  que Luz y yo estábamos saliendo actualmente. La señora con el ceño  fruncido me dijo que no bromeara con esas cosas ya que  Luz había muerto de una terrible enfermedad hacía ahora 25 años ... Tomándome por loco y sin mediar  palabra se cruzó la bata de guata azul,  se dio media vuelta y  entró en su casa.

Desorientado, vagué por la ciudad durante varias  horas, no entendía nada… una llovizna hizo su aparición y la noche se torno más  oscura y lúgubre

Pasadas las dos de la madrugada, igual que el día que cenamos y la acompañé por primera vez a su casa, me decidí a volver con la intención de averiguar qué pasaba.

 Entré por una de las ventanas traseras que dan al patio y penetré en ella. ¡Jolines! El pasillo no era el que yo recordaba. El polvo y las telarañas decoraban toda la estancia.


Al final del pasillo estaba la habitación donde tantas noches nos habíamos entregado nuestro amor. Accedí a  ella y sólo pude ver unas sábanas raídas y polvorientas además de  un viejo candelabro en una de las  esquinas . Sobre la mesilla había un portarretrato arrinconado y oxidado por el tiempo con una foto. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo:  ERA NUESTRA FOTO,  la instantánea de la  noche que la invité a  cenar  pero en el retrato no estaba Luz. Estaba sólo YO, al lado una nota escribía “ Fernando, soy Luz ... gracias por este año de amor”.

Aún ahora, después de tantos años,  me sigo preguntando qué es lo que realmente ocurrió aquel año de 1989... A veces y sólo a veces,   creo haberlo soñado todo,  si no fuera porque aún tengo en mi poder  la carta que Luz me dejó en su casa fantasma de Almendralejo y eso, solo eso,  me confirma que todo fue verdad.

Fdo: Fernando Sierra Elías

jueves, 13 de marzo de 2014

EL FANTASMA DEL TEATRO CAROLINA CORONADO

Esa jornada de lunes parecía una de tantas ...

Pero este día iba a ser diferente... y es que, no sé a vosotros, pero a veces uno pronostica,  bien por un presentimiento o bien por una corazonada, que algo excepcional  va a ocurrir.

Pues bien , una vez finalizada la jornada y cuando los compañeros se  habían marchado a recuperar sus fuerzas con un merecido descanso tras la jornada matutina , ocurrió algo maravilloso.

Una vez desconectados los altavoces de la mesa de mezclas y con la radio en el más absoluto de los silencios, empecé a escuchar una melodía maravillosa que llegaba del techo de mi despacho. Cuestión esta que, por otro lado,  no me sorprende, ya que nos encontramos en los bajos del teatro Carolina Coronado y, además justo en el escenario del viejo teatro hay un majestuoso piano de cola negro. Hasta aquí, todo normal.



Dejé de teclear por unos instantes el ordenador del despacho y me dispuse a caer rendido ante semejante interpretación. Era mágica, con una definición y un eco de fondo propio de lo que no es de este universo. Además, se percibía con un nítido e impecable  desarrollo en la interpretación.

Al día siguiente y puntual a su asombroso ensayo,  “el o la”  pianista ejecutaba majestuosamente una nueva  melodía que inundaba toda la estancia. Una melodía que te hacía transportarte a otra dimensión.

El tercer día de la semana  esperé de nuevo para escuchar esa melodía y efectivamente puntual a las 14:15 horas el sonido inundaba todo el lugar. Mi innata curiosidad me hizo desear  conocer a esa persona, así que, sin más dilación accedí al teatro por la puerta de emergencia que da al patio de butacas del mismo. En el escenario, la música sonaba aún más prodigiosa  e inundaba la escalera de caracol y las tramoyas del teatro. Hasta incluso las pinturas de Adelardo Covarsí parecían cobrar  vida.

Sólo quedaban tres pasos y un cortina negra me separaba del magno espectáculo. Pero al correr las cortinas, la música dejó de sonar y sobre la banqueta del piano no HABÍA NADIE. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, sentí cómo un halo divino me traspasaba el alma y se marchaba tras mis espaldas. Apresuradamente, encaminé mis pasos a la salida de emergencia como si el oxígeno se hubiera acabado en el teatro. Necesitaba salir y respirar .



Al día siguiente pregunté al personal del teatro si habían dejado las llaves para ensayos a alguna compañía y me respondieron que durante toda esa semana el teatro permaneció cerrado por motivos de ajustes en la programación  y que nadie había accedido al mismo.

Entonces, ¿quién interpretaba aquella melodía?...

Cuentan algunos viejos del lugar  que a finales  de los años 30 una pianista que debía actuar en el teatro perdió su vida en un accidente cerca de Mérida. ¿Sería ella?,  ¿Verdad o mentira?¿ Historia o leyenda?....

Lo que sí es cierto es que muchos días, cuando la radio  permanece en silencio, afino todos los sentidos  para ver si de nuevo puedo volver a disfrutar de esa extraordinaria melodía que antaño brotaba del techo de mi despacho.



Fdo: Fernando Sierra Elías

  

jueves, 6 de marzo de 2014

LA PIZARRA DE LAS DEFUNCIONES DE LA PURIFICACIÓN ó CONTACTOS CON EL MÁS ALLÁ

Esta mañana al venir al trabajo a la altura de al Parroquia de la Purificación, justo al lado de la pizarra donde nos anuncian las defunciones y bajo la cruz que se decora todos los meses de mayo, me he encontrado con mi amigo Olegario Ruiz “El Enano”. Lo conocíamos así desde que estudiábamos en el colegio San Francisco. Olegario era un personaje muy bajito, pero al mismo tiempo tenía un corazón más grande que cualquiera de los jugadores que militábamos en el equipo de baloncesto.


Hacía mucho tiempo que no lo veía. Tras el saludo inicial me comentó que venía de Valencia donde hacía unos meses que había tenido un accidente laboral en la empresa que trabajaba, pero que se encontraba mejor. Olegario, con el cabello cano y alguna que otra arruga en la frente, agachaba la mirada hacia el suelo. En su mano derecha portaba un cigarrillo que absorbía con tranquilidad. Posteriormente la mirada se le perdió en el horizonte mientras me explicaba que lo había pasado muy mal tras el accidente y que ahora por la “Puta Crisis”  se encontraba en el paro.

Tras un par de minutos de conversación y dubitativo me pidió unos euros para tomas un café. Estaba “Sin Blanca”, como avergonzado lentamente... agachó la cabeza... cuando saqué un billete de 5 euros de mi bolsillo. Me saludó, me dio las gracias  y se perdió en dirección a ninguna parte .

Cuando lo perdí en el horizonte me dispuse a volver a mi camino dirección a la radio, pero antes, como casi todos los días, miré la pizarra de la Purificación por si conocía a alguna de las personas que habían fallecido. Mi sorpresa fue mayúscula, ya que en el margen inferior izquierdo de la misma se podía leer “ OLEGARIO RUIZ –EL ENANO-“ , FALLECIÓ AYER EN VALENCIA TRAS UN ACCIDENTE LABORAL. SU CUERPO LLEGARÁ HOY AL TANATORIO... SE DESPIDE CON MISA MAÑANA VIERNES, EN LA PARROQUIA DE ...”. 

Desorientado intenté seguir mi camino hacia el trabajo y preguntándome una y otra vez si estaba soñando o realmente Olegario quiso saludarme antes de irse al más allá.


Por cierto.... no sé si sirve de algo..., pero al mirar mi cartera me faltaban 5 euros.





                                                                            Fdo: Fernando Sierra Elías