lunes, 5 de mayo de 2014

DOS HERMANOS, UNA CALAVERA Y EL POZO MOLINO BAJO DE ALMENDRALEJO

Mi nombre es Fran. Aquella mañana se presentaba como tantas otras. Mi hermano Miguel Ángel y yo, nos dirigimos como todos los días a la obra en la que estábamos trabajando desde hacía seis meses, en la vecina localidad de Mérida, a unos 23 kilómetros de nuestro Almendralejo natal.

Aquel día el duro trabajo nos llevó a la tercera planta de la construcción. Las paredes del salón y la cocina nos esperaban en las cuatro estancias que albergaba la tercera planta. Desde ella, por cierto, se tiene una magnífica vista de un parque cercano y, aunque ese día de primavera hacía frío, el amanecer era precioso.

Tras más de 4 horas de duro trabajo, paramos como todos los días brevemente para tomar el bocadillo de la mañana. A mi hermano Miguel Ángel le llamó poderosamente la atención una masa uniforme que sobresalía de una de las paredes que da al salón de la segunda planta. Era algo extraño, ya que en esa estancia habíamos trabajado el mes pasado.


La curiosidad innata nos hizo bajar. Esa masa no era otra cosa que una bolsa de color negro. Al abrir la misma, una calavera cayó de su interior, golpeo en el suelo y tras rebotar pude atraparla en el aire. Como por arte de magia, la calavera empezó a hablar y dijo: “Adiuva me ita inferno “

Mi hermano y yo no salíamos del asombo. Nos miramos una y otra vez dubitativos, dejamos la calavera en el sitio que la hayamos y volvimos al “tajo”.

Durante el camino de regreso a casa no mediamos ni una sola palabra. El silencio ensordecedor fue la nota predominante de la vuelta a casa.

Mi hermano escudriñó en los textos antiguos y descubrió que “Adiuva me ita inferno" era una frase en latín y que significaba “Ayúdame a salir del infierno”, así que ambos decidimos por mutuo acuerdo, darle cristiana sepultura a la calavera al día siguiente. Improvisamos un camposanto al lado de la obra en el parque anexo. Una antigua cruz de hierro no sirvió para ayudar a ese ser del otro mundo. Tras realizar el sencillo enterramiento, la calavera nos habló por última vez: “Gratias agimus tibi. Quaerere veteris super ollam album”

Al llegar a casa de nuevo, buscamos el significado de aquellas misteriosas palabras. La traducción literal era: “Gracias. Buscad en el camino viejo al lado del pozo blanco”. No sabíamos, a ciencia cierta, qué quería decir, pero indagamos en los caminos de Almendralejo y cuál de ellos tenía un pozo blanco.

Tras varios días de indagaciones, el que más nos llamó la atención fue el pozo del “Molino Bajo”, que coincide en camino paralelo al pozo “Valle Alberca”. Nos dirigimos al mismo y al lado del brocal había una bolsa idéntica a la que localizamos con el contenido de la calavera días atrás, en su interior brillantes y cegadoras nos encontramos 50 monedas de oro y un manuscrito antiguo que decía “ecce merces vestra in die illa” o sea “ he aquí vuestro salario de aquel día”.

Desde entonces, el respeto por nuestros ancestros se nos ha hecho más incisivo y revelador.

Podéis pensar que ahora somos ricos, pues nada más lejos de la realidad. Seguimos trabajando como antaño, a pesar de tener un gran tesoro, no podemos hacer uso de él. Cada vez que enseñamos esas macabras reliquias, la persona que las ve, fallece de forma súbita ¿Te atreves a verlo tú?


Fdo: Fernando Sierra Elías

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