jueves, 24 de abril de 2014

DIARIO DE UN CADAVER

Qué triste es llegar a viejo, tremendamente triste…. La autopista de la vida se convierte en una carretera secundaria plagada de hondos y desagradables baches.

Mi nombre es Pablo, tengo 40 años  y llevo 7  cuidando de mi abuelo, como imagino  hacéis muchos de vosotros con vuestros  seres queridos. Lo único que ocurre es que en  este caso se convierte la historia en un drama peculiar porque yo soy el único familiar que le queda con vida en la tierra.

Vivimos en un humilde piso de uno de los barrios de Almendralejo. Durante estos 7 años he ido plasmando en un diario los avatares con  mi abuelo José, las historias cotidianas y cómo es el día a día de nuestras tristes y pobre vidas.


A modo de resumen puedo desgranar algunas páginas de ese diario con  los hechos más significativos de estos años.

El primero que recuerdo con más fuerza es la tristeza de mi abuelo cuando falleció mi abuela. De hecho, creo que desde entonces no ha levantado cabeza, se volvió más huraño que de costumbre y dejó de ser el que antes era.

Lo segundo fueron los dolores continuos en el pecho. Me atrevo a asegurar que los cuidadores nos convertimos un poco en médicos. Quizás por no molestar a urgencias, quizás por la inmediatez de la ayuda, lo cierto es que gracias a unas pastillas rojas y azules que le prescribió el doctor hacía algún tiempo el alivio era casi inmediato. Así estuvo más de un semestre.

Estos dos últimos años han sido los peores. Su cabeza se ha tornado gris  y sus músculos agarrotados por el paso del tiempo le han  hecho postrarse en el sillón beige del  salón. Y ahí me repite una y otra vez  que no desea más que morirse. En fin cosas de los mayores.

Hoy estoy preocupado por el abuelo. Ayer por la mañana se presentaron en mi casa dos hombre vestidos de banco, me sacaron a empujones  y me encerraron en estas cuatro paredes blancas sin saber el motivo.

Hoy por la mañana, uno de los enfermeros -que creo me mira con cierta complicidad y complacencia-, me ha dejado ver la prensa del día. En la pagina número 5 del diario HOY he podido leer: “Un individuo de 40 años de nombre Pablo ha convivido con el cadáver de su abuelo durante 7 años. El individuo ha sido trasladado a una institución mental…”

Estoy seguro de que yo no puedo ser el protagonista de esta historia porque esta mañana me ha llamado mi abuelo diciéndome que, si podía, vendría a visitarme esta tarde. ¿Podrá?.


Fdo: Fernando Sierra Elías

viernes, 11 de abril de 2014

LA MUERTE HABITA EN ALMENDRALEJO

Mi alma duda y mi mente está en tinieblas. Estoy tremendamente preocupado,   asustado y angustiado. En el año 2004 me vaticinaron algo que previsiblemente se va a cumplir en este 2014.

Os cuento para que me entendáis. En 2004 me ocurrieron tres cosas significativas: una, me divorcié; otra, encontré a la mujer de mi vida; y la tercera, cual película de Woody Allen, me vino a visitar la muerte a mi casa. Sí, sí, como suena... Me vino a visitar la muerte.

Por cierto, eliminad los mitos que tenéis sobre ella. No es como en las películas, no viene con una capa y un azadón, ni  viene vestido de rojo con cuernos en todos lo alto. ¡Qué va...! Es una persona como tú o como yo y, además, tremendamente conocida aquí en Almendralejo. De hecho, puede ser que hasta esta misma mañana te hayas cruzado con él por la calle Real.



Aquella noche de 2004 me dijo que mis días se habían agotado. Me explicó que la ingesta de alcohol y tabaco habían hecho mella en mi maltrecho organismo. Y que todo había llegado a su fin. Estuvimos dialogando durante toda la noche... No en vano, era mi ultima noche.

Hablamos del pasado, de lo que me hubiera departido el futuro y cómo habría sido el mañana de mis vástagos. Tomamos unas copas, haciendo nuestros los pensamientos filosóficos de Sócrates y Platón sobre la muerte y debatiendo sobre qué es lo que muere con la muerte del cuerpo. Hablamos horas y horas, hasta el amanecer. Al llegar la mañana del día siguiente conseguí sacarle un compromiso “que me dejara en la tierra un tiempo más”.

No sé cómo, pero convencí a la muerte. Esta me concedió 10 años para arreglar “Mis Cosas”, solo con una condición, que no desvelara jamás su auténtica identidad, ya que es un almendralejense de pro.

En este 2014, se cumple la profecía. No hace falta que os diga que un día sí y otro también me quedo mirando receloso la puerta de casa esperando que de nuevo venga la muerte a visitarme y a llevarme con ella. 

Solo yo por ahora, sé quién es la muerte. Os aseguro que habita en Almendralejo y está muy cerca de ti. Espero que durante mucho tiempo no tenga que desvelar su identidad. Eso quiere decir que aún estoy vivo.

Por cierto... Fernando ya no esta entre nosotros,  la muerte le ha visitado y esto no lo esta escribiendo él.



Fdo: Fernando Sierra Elias