miércoles, 28 de mayo de 2014

LA LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA PIEDAD DE ALMENDRALEJO

El historiador Francisco Zarandieta nos habla en uno de sus libros que hace muchos años Almendralejo tenía en su haber varias ermitas. Cada una de ellas servía de pórtico de entrada a la ciudad. Así, entre otras muchas por ejemplo estaba la de los Mártires, ubicada en la calle del mismo nombre. Por el Oeste estaría la de San Marcos. Los peregrinos que venían de Mérida o zona Norte accedían a la ciudad por la actual ermita de Santiago y los que provenían de Villafranca realizaban sus oraciones en la Ermita de la Piedad. Ahí ofertaban sus agradecimientos por parte de los caminantes que llegaban con bien a nuestra ciudad.


Hoy nos paramos, precisamente, en la ermita de la Piedad. Para ello hay que remontarse al  año 1507, entonces, la villa de Almendralejo contaba con algo menos de 2.000 habitantes dedicados, en su inmensa mayoría, a la ganadería y agricultura.

Cuenta la leyenda que a media legua y algunas  varas de la ciudad ( una legua equivale a  4 ,4 Kilómetros y vara es una antigua medida española y portuguesa que equivale a 0,83 metros)  se encontraba un agricultor labrando sus tierras. El calor sofocante del mes de agosto hacía mella en sus rudos brazos, pero el trabajo agotador no permitía descanso. Mientras seguía avanzando en el recorrer de sus tierra y a la altura donde hoy se encuentra la actual ermita de la Piedad, su azadón se hundió en la tierra chocando violentamente con un objeto de piedra. En ese momento escuchó una voz divina que le decía ¡piedad, piedad! El agricultor receloso y  con cierto miedo hincó sus rodillas en el suelo, apartó unos matojos y desenterró ávidamente  el objeto. Su sorpresa fue mayúscula  al encontrar la imagen de una virgen antigua tallada en piedra.

El agricultor, tras finalizar la jornada  se llevó a casa el hallazgo  y le comentó a su esposa lo ocurrido. María tomó los hechos por una alucinación o confusión debido al impacto del sol de agosto en la cabeza de su  tosco marido. Dejaron la imagen en la alacena y tras cenar se fueron a descansar.

Al día siguiente, ambos observaron sorprendidos que la imagen había desaparecido, atribuyéndolo a un milagro más que a un robo que difícilmente podían realizar en su humilde morada. Ambos se arrodillaron y rezaron varias oraciones.

Como cualquier otro día, el  hortelano volvió a su trabajo en la misma zona del día anterior . Anselmo no salía de su asombro... La imagen apareció como por arte de magia en el mismo sitio que él la encontró el día anterior. La cogió entre sus brazos y corriendo se desplazó de nuevo al pueblo. Una vez más le contó lo sucedido a María, su mujer, y ambos decidieron llevar la imagen al párroco del pueblo y explicarle el extraño suceso.  

El párroco, mientras escuchaba el relato de los dos fieles de la villa,  esbozaba una sutil sonrisa que denotaba una cierta incredulidad  por los hechos relatados. Más tarde, ya con gesto serio,   calmó a la longeva pareja y le dijo que depositaría la imagen en un lugar privilegiado de la sacristía.

Al día siguiente era el párroco el que no daba crédito a lo que veían sus ojos. La imagen, una vez más,  había desaparecido. Creyendo entonces la historia de Anselmo y Maria, se fue rápidamente  a  casa de estos  y  preguntó  dónde había encontrado la imagen exactamente .

Anselmo y el párroco encaminaron sus pasos y tras recorrer media legua y algunas varas llegaron al lugar señalado. Efectivamente una vez más, semienterrada,  estaba la imagen de la Piedad  en el mismo lugar de la aparición del  primer día. Achacándolo a un milagro y entendiéndolo como un mensaje divino, el párroco decidió que había que construir una ermita en ese lugar bajo el nombre de la Piedad. Para ello puso en marcha una colecta popular.

El primer real (cuyo valor era de tres maravedíes) fue el del propio Anselmo. A este le siguieron muchos más, hasta conseguir los peculios necesarios para la construcción de la ermita.



La virgen de la Piedad se convierte en Patrona de Almendralejo en 1657. En 1696 se adquieren los terrenos anexos a la ermita. Y ya en el siglo XX, concretamente en  1987, siendo alcalde D. José García Bote es nombrada Alcaldesa Perpetua de Almendralejo, años más tarde el 29 de mayo de 2008 se procede a la Coronación Canónica de la Virgen coincidiendo con el final del rectorado de D. Tobías Medina Cledón.

La verdadera imagen de la Piedad es la que se encuentra actualmente en la hornacina de entrada a la Ermita de su nombre en Almendralejo.

Debido a la importancia y gran valor de esta imagen, se ha realizado para el culto y devoción de los habitantes de Almendralejo, otra de mayor tamaño y con menos valor histórico. Conservándose el original en el interior de la ermita. 


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  Fdo: Fernando Sierra Elías

NOTA: La leyenda es una adaptación de Fernando Sierra basándose en recopiladores de: F. Zarandieta,  F. Cotano y A. Sánchez. A partir de varias versiones de informantes orales y contrastada con la del párroco de Almendralejo, D. Tobías Medina Cledón.   Pedro Forte también ha presentado varios trabajos sobre Almendralejo.




viernes, 9 de mayo de 2014

LA LEYENDA DEL CAÑO LA NEGRA DE ALMENDRALEJO

Cuentan los viejos del lugar que el “Caño la Negra” o la “Fuente la Negra” emana agua de sus surtidores o no, en función del venero del que obtiene su agua cristalina. Pero sólo unos pocos sabemos que eso no es así, porque la leyenda nos cuenta otra cosa.

El Caño la Negra es una fuente ubicada entre la calle Mártires y Villafranca en un coqueto parque, actualmente conocido como la Plaza del Sol y que antaño servía de puerta de acceso para dar de beber a los sedientos caminantes que provenían de la zona sur de Extremadura. Cerca de ella se encontraba la Ermita de los Mártires. Así los creyentes calmaban su sed en la fuente y su fe religiosa en la propia ermita, donde agradecían llegar bien a Almendralejo tras su largo viaje.


El 1 de noviembre de 1696, el Rey Carlos II concedió el privilegio de Villa Realenga a Almendralejo. En esa fecha, la ciudad contaba con 28 calles, tres plazas y 2.000 habitantes.

Entre esos habitantes se encontraban la Bella Baasima, de descendencia árabe (cuyo nombre significa sonriente) y el apuesto joven Damián.

Baasima era una hermosa mujer de tez oscura con una belleza que iluminaba allá por donde pasaba, con unos ojos de profunda mirada. Damián era un hombre apuesto, proveniente de grandes agricultores, pero venido a menos por los avatares de la vida. Cuenta la leyenda que ambos se conocieron cuando Baasima iba a recoger agua al Caño la Negra. Durante meses, sus miradas se entrecruzaban una y otra vez hasta que el amor surgió entre ambos. Desde entonces los viajes al caño la negra se hicieron más largos y extensos. Esas prolongadas ausencias extrañaron al padre de Baasima, un hombre de carácter rudo y chapado a la antigua, hasta tal punto que decidió enviar a unos sicarios para que siguieran a su hija y le informaran, por si ocurría algo extraño.

Tras conocer el padre la historia de su hija con el mancebo almendralejense, ordenó de forma inmediata asesinar al joven Damián.

Tras urdir el trágico plan, decidieron sorprender a los jóvenes enamorados una noche del mes de Junio. Así, se presentaron los esbirros a la luz de la luna y hallaron a los dos jóvenes sentados en el brocal de la fuente, fundiéndose en un prolongado beso de amor. Una de los asesinos empuñando una daga de grandes dimensiones se abalanzó sobre Damián. Baasima se dio cuenta de la acción y se interpuso entre su amado y el asesino recibiendo ella la mortal puñalada en el corazón. Damián la cogió entre sus brazos y con lágrimas en los ojos intentó reanimarla, momento que aprovecharon los verdugos para clavarle la misma daga en la espalda del joven enamorado.

La noche se tornó gris y la sangre de ambos se mezcló con al agua cristalina de la fuente. Primero el color rojizo de la sangre se convirtió en negro y después el agua de la fuente lo fue cambiando hasta darle un toque cristalino.

Al cabo de unos días y tras conocerse el suceso y proceder a la detención de los asesinos y el desdichado padre, cuentan que la fuente se fue apagando poco a poco, hasta llegar a nuestros días.

El mes de Julio del año 2010 el ayuntamiento, a través de los operarios municipales, intentaron arreglarla para que volviera a entrar en funcionamiento, pero sólo unos pocos sabemos que únicamente la hermosa Baasima lo puede conseguir. Los caños echan agua los días que Baasima, vuelve a la tierra a derramar lágrimas por su amor imposible.

Parece ser que incluso algunos vecinos aseguran haberla visto como se ven estas cosas. Una especie de silueta hermosa, atractiva, bella y virginal como era la de Baasima.

Si tú también quieres sentir la experiencia, acércate al Caño la Negra en la mágica noche de San Juan.



Versión de la leyenda de: Fernando Sierra Elías

lunes, 5 de mayo de 2014

DOS HERMANOS, UNA CALAVERA Y EL POZO MOLINO BAJO DE ALMENDRALEJO

Mi nombre es Fran. Aquella mañana se presentaba como tantas otras. Mi hermano Miguel Ángel y yo, nos dirigimos como todos los días a la obra en la que estábamos trabajando desde hacía seis meses, en la vecina localidad de Mérida, a unos 23 kilómetros de nuestro Almendralejo natal.

Aquel día el duro trabajo nos llevó a la tercera planta de la construcción. Las paredes del salón y la cocina nos esperaban en las cuatro estancias que albergaba la tercera planta. Desde ella, por cierto, se tiene una magnífica vista de un parque cercano y, aunque ese día de primavera hacía frío, el amanecer era precioso.

Tras más de 4 horas de duro trabajo, paramos como todos los días brevemente para tomar el bocadillo de la mañana. A mi hermano Miguel Ángel le llamó poderosamente la atención una masa uniforme que sobresalía de una de las paredes que da al salón de la segunda planta. Era algo extraño, ya que en esa estancia habíamos trabajado el mes pasado.


La curiosidad innata nos hizo bajar. Esa masa no era otra cosa que una bolsa de color negro. Al abrir la misma, una calavera cayó de su interior, golpeo en el suelo y tras rebotar pude atraparla en el aire. Como por arte de magia, la calavera empezó a hablar y dijo: “Adiuva me ita inferno “

Mi hermano y yo no salíamos del asombo. Nos miramos una y otra vez dubitativos, dejamos la calavera en el sitio que la hayamos y volvimos al “tajo”.

Durante el camino de regreso a casa no mediamos ni una sola palabra. El silencio ensordecedor fue la nota predominante de la vuelta a casa.

Mi hermano escudriñó en los textos antiguos y descubrió que “Adiuva me ita inferno" era una frase en latín y que significaba “Ayúdame a salir del infierno”, así que ambos decidimos por mutuo acuerdo, darle cristiana sepultura a la calavera al día siguiente. Improvisamos un camposanto al lado de la obra en el parque anexo. Una antigua cruz de hierro no sirvió para ayudar a ese ser del otro mundo. Tras realizar el sencillo enterramiento, la calavera nos habló por última vez: “Gratias agimus tibi. Quaerere veteris super ollam album”

Al llegar a casa de nuevo, buscamos el significado de aquellas misteriosas palabras. La traducción literal era: “Gracias. Buscad en el camino viejo al lado del pozo blanco”. No sabíamos, a ciencia cierta, qué quería decir, pero indagamos en los caminos de Almendralejo y cuál de ellos tenía un pozo blanco.

Tras varios días de indagaciones, el que más nos llamó la atención fue el pozo del “Molino Bajo”, que coincide en camino paralelo al pozo “Valle Alberca”. Nos dirigimos al mismo y al lado del brocal había una bolsa idéntica a la que localizamos con el contenido de la calavera días atrás, en su interior brillantes y cegadoras nos encontramos 50 monedas de oro y un manuscrito antiguo que decía “ecce merces vestra in die illa” o sea “ he aquí vuestro salario de aquel día”.

Desde entonces, el respeto por nuestros ancestros se nos ha hecho más incisivo y revelador.

Podéis pensar que ahora somos ricos, pues nada más lejos de la realidad. Seguimos trabajando como antaño, a pesar de tener un gran tesoro, no podemos hacer uso de él. Cada vez que enseñamos esas macabras reliquias, la persona que las ve, fallece de forma súbita ¿Te atreves a verlo tú?


Fdo: Fernando Sierra Elías