viernes, 11 de julio de 2014

El asesinato de la finca de los Estiles

El 23 de junio de 1992, aparecía en el DOE – Diario Oficial de Extremadura- la licitación de la obra del centro de tratamiento de residuos sólidos urbanos de Mérida  y la Planta de Transferencia de Almendralejo. Unos meses más tarde,  nuestra ciudad dejaba de depositar los residuos en la finca de LOS ESTILES, cerca de Aceuchal, y se disipaba así  un secreto que, conjuntamente con montones de bolsas de basura, quedaría en el más absoluto ostracismo hasta hoy.

Muy  pocos saben que a finales de los años 80 ocurrió un luctuoso hecho en nuestra hermosa ciudad que, en gran medida, tiene que ver con Los Estiles.

Imagen actual de LOS ESTILES

Como viene sucediendo  todos los años en época de vendimia,  Almendralejo se llena de temporeros venidos de todas partes , nacionales y extranjeros, cuestión esta conocida por todos.

Una de esas familias, llegó y  se instaló en nuestra ciudad a mediados de los 80. El marido era alto, apuesto y con fuertes brazos para la época de recolección. Un rudo trabajador que, por termino medio, era de los primeros en ser contratado cuando los empresarios del sector se daban cita en la plaza del Mercado, lugar de encuentro de muchos temporeros de la época.

Su esposa  era una hermosísima mujer de tez caucásica, con unas insinuantes y  sugerentes curvas que llamaban la atención allá por donde paseara.

Uno de los hijos del agricultor que contrató en varias ocasiones a su marido, puso los ojos en ella desde el principio. El joven se insinuaba e  insistía una y otra vez hasta que la hermosa mujer  accedió a sus ardientes  deseos. Por una parte, ella temía que de no acceder a las pretensiones,  su marido podría perder el trabajo. Pero por otro, el encanto seductor del apuesto joven también hizo mella en la hermosa dama.

El adolescente sabía perfectamente qué días y horas visitar a su amante.  No en vano, al ser su padre el contratista,  conocía a la perfección la ubicación de los trabajadores en la recolección de cada día.

Aquella mañana  del mes de  septiembre, volvió a visitar a su amante. En el delirio y  el furor carnal no se percató de que la lluvia había empezado a caer con insistencia en  la ciudad . Esta situación motivó que dejaran el tajo hasta el día siguiente, llegando el marido antes de lo previsto a casa y encontrando a los amantes en pleno juego amatorio.

Con rabia inusitada, arrojó a empujones al joven de la casa, y con la propia navaja de vendimiar le asestó un profundo corte en la garganta a su infiel esposa. El corte era tan preciso que seccionó las cuerdas vocales, lo que impedía pedir socorro a la mujer, que lentamente se fue apagando y  desangrando. Aún con un hilo de vida, el sombrío marido tuvo la sangre fría de taparle  la boca y con bridas negras atar sus pies y sus manos.


A eso de la media tarde cogió el cuerpo-ya inerte- y lo arrojó al contenedor de basuras más próximo. Posteriormente, esperó a que llegara la noche escondido tras el visillo de la ventana de la casa.

Cuando llego el camión,  observó con gesto serio cómo se elevaba el contenedor y se desplomaba todo el contenido sobre las fauces del camión. Después, con sadismo contenido, escuchó cómo el compresor del camión devoraba a su mujer, mientras la rotura de los huesos del ya cadáver,  se mezclaba con otras inmundicias sin valor.

Tras pasar por varias calles, los trabajadores municipales llevaron el contenido –como tantas noches- a la finca de Los Estiles- sin que en ningún momento se les pasara por su cabeza el macabro contenido del vehículo.

El asesino dejó el trabajo y  se marchó de Almendralejo. Nunca más se supo de él,  ni de esta macabra historia.

Hasta hoy . El otro día yendo a realizar unas fotos del lugar para una noticia que estaba redactando por mi  trabajo y  a eso de la media tarde se me acercó por el camino una señora un tanto descuidada. Le pregunte si deseaba algo. Ella me contó esta macabra historia  y después  con gesto desorientado levantó su brazo derecho y con el dedo índice me apunto hacia una de las montañas de basuras que aún existen en el lugar. Después sentenció: “TRAS AQUELLA LADERA ESTÁ MI CADÁVER... BÚSCAME” . Cuando me di la vuelta, la señora había desaparecido.


Parece ser que no he sido el único en encontrar a este desdichado ser. Otros ciudadanos comentan haberla visto deambular por la zona. Parece una temporera , pero realmente es el cadavérico fantasma de lo que otrora fuera una hermosísima mujer de tez caucásica, ojos verdes y cabellos dorados.

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Fdo. Fernando Sierra Elías

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