lunes, 6 de marzo de 2017

Murio en un mes de Marzo


Miércoles, 1 de marzo de 2017:

Esta mañana me he llevado una grata sorpresa. He recibido en mi teléfono un mensaje de Marisol de la Cuesta, una amiga que conocí cuando cursábamos segundo de BUP en el Instituto de Enseñanza Secundaria Carolina Coronado, de Almendralejo.

Marisol y yo hemos recordado aquellos días de instituto, los bocadillos a la salida del centro en el recreo y las complicaciones que teníamos todos los alumnos de la época a la hora de hincarle el diente tanto al griego como al latín.

En el transcurso de la conversación me ha indicado que actualmente está casada y que vive en un bonito y espacioso dúplex en las afueras de Madrid. Al final de la conversación se despide con una mensaje y un emoticono triste de “WhatsApp”, diciéndome: “Ya te cuento mañana”.

Jueves, 2 de marzo de 2017.

Marisol vuelve a ponerse en contacto conmigo. Me pregunta cómo me va la vida y si tengo o no familia. Tras un largo rato de envíos de mensajes por parte de ambos, leo que ella está teniendo problemas con su marido. Me dice que la trata con desprecio, la insulta e incluso ha llegado a amenazarla de muerte... Yo le respondo que piense en la posibilidad de denunciar, e incluso me ofrezco a darle el teléfono de profesionales y asociaciones que pueden asesorarle.... Tarda casi una hora en responder y al final me dice: “Olvídalo... Todo ha sido un pequeño bajón que me ha dado en este depresivo día de marzo, mañana hablamos. Un abrazo”



Viernes, 3 de marzo de 2017:

Esperaba con cierto temor un nuevo mensaje de Marisol. Me quedé preocupado el día anterior. Sobre las 12 del mediodía recibo una foto suya en la que se la ve con un ojo amoratado y un mensaje de texto que decía: “Ya no soy la chica que conociste en el instituto. Mira qué tonta soy y qué golpe más absurdo me di ayer al salir de la cocina...” Le pregunté que si era una broma y que si su marido había tenido algo que ver con la lesión. Ella me dijo que no. Pero sí me confesó que en ciertos momentos había sentido miedo, mucho miedo.


Lunes, 6 marzo de 2017.

Llevo todo el fin de semana enviándole mensajes de ánimo a Marisol , pero no contesta a ninguno de ellos. Así que, preocupado, decido llamarla hoy lunes. El teléfono me da apagado o fuera de cobertura. Me inquieto y un cierto temor inunda mi mente.

Martes, 7 de marzo de 2017.

Llevo varios días sin saber nada de mi amiga. Pero esta tarde (casualidades de la vida) al salir del trabajo he encontrado a su hermano Pablo de la Cuesta. Me he acercado a él y le he preguntado si tenia noticias de su hermana ya que llevaba tres días sin saber de ella. Pablo, sorprendido, me ha respondido que debía estar equivocado ya que Marisol falleció el pasado mes de marzo de 2016, hace ahora un año. Sin saber qué responder le di el pésame, agaché la cabeza y esperé unos segundos. Después le pregunté si sabia cómo ocurrió. Me dijo que, según le explicaron, había sufrido un accidente doméstico y que tras resbalar en el pasillo del piso superior, cayó por el hueco de la escalera del dúplex donde residía  en Madrid, falleciendo al instante. Atónito, le di una abrazo, me despedí y deambulé sin rumbo durante varias horas.

Revisé los mensajes de mi teléfono y ahí estaban todos y cada uno de ellos. Yo estaba seguro de que Marisol no se había caído por el hueco de la escalera, ¿pero cómo demostrar que había sido un asesinato?, ¿cómo desmostar que su marido la empujó? ¿alguien me creería? o ¿me tomarían por loco?, ¿es posible hablar con alguien que lleva un año fallecida?.

Ojalá esos mensajes me hubieran llegado antes. Ojalá hubiera podido ayudarla. Ojalá los mensajes que me llegan desde el más allá sirvieran ante un juez para que se incoaran diligencias previas por maltrato... Pero prometo que no cejaré en mi empeño en demostrar que Marisol nunca tuvo un accidente aquel fatídico día del mes de marzo de 2016.

Fdo: Fernando Sierra Elías
 


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