viernes, 28 de marzo de 2014

LA CASA EMBRUJADA DE ALMENDRALEJO

A finales de los años 80 me ocurrió un suceso que hasta hoy no me he atrevido a contar. Aunque parezca mentira, soy una persona tremendamente tímida. Trabajo en un medio de comunicación de cara al público, es cierto, pero sigo siendo tremendamente tímido y eso me ha supuesto siempre un sobrecoste adicional a la hora de relacionarme con las personas del sexo opuesto.

Hace unos años, el conocer a una chica era un poco más complejo que en la actualidad con tanto  whatsapps, facebook o twitter,  pero ese día iba a cambiar mi vida. Era sábado y  esa mañana me dirigí a mi tienda habitual de discos. Saludé a Fabiola, la dependienta,  y escudriñé las estanterías absorbiendo ese olor que sólo el vinilo te  puede ofrecer. De pronto, al levantar la cabeza … miré y allí estaba ella. Era morena, 1,70 y con una mirada que se me quedó clavada en el fondo del alma. Mi timidez no me permitió más que agachar la cabeza y dedicarle un retraído ¡Buenos Días!


A la semana siguiente volví a la tienda de discos, más por ver si estaba ella,  antes que por adquirir un nuevo LP para mi colección. Y efectivamente… allí estaba. Esta vez (no sé cómo) me atreví a preguntarle por sus gustos  musicales... eso nos llevó a los gustos por el café y así hasta una cita  para cenar aquella noche.

Tras una más que romántica comida en el Restaurante el Paraíso, y tras inmortalizar nuestro cita en una foto de ambos (ahora se llaman Selfies o autofotos),  Luz y yo nos encaminamos en dirección al centro de la ciudad. Yo aún poseía mi Renault 8 color Blanco, no era gran cosa pero….

Esa noche nos reímos, disfrutamos y lo pasamos bien. En torno a  las dos de la madrugada me sugirió que la acompañara a su casa. Al llegar a su vivienda ubicada en el barrio de Las Mercedes ( evito decir la calle y el número por razones obvias), me invitó a entrar. Nervioso acepté. El pasillo tenía  una decoración exquisita. Los muebles parecían Isabelinos y al entrar en su habitación al fondo del pasillo era como entrar en el cielo de los justos. Evito comentarios sobre lo que ocurrió aquella noche, porque soy un caballero,  pero sí puedo les puedo decir que fue una noche  “De ensueño”.

Estos encuentros se repitieron durante más de un año, hasta que cierto día del mes de Abril la llamé como tantos otros  para quedar  y no me contestó. Insistí una y otra vez,  pero el teléfono no daba señal. Así que, preocupado por que le ocurriera algo, me encaminé hacia su casa .



 Una vez ante la fachada, algo raro me llamó la atención. La puerta  parecía más vieja que de costumbre. Llamé una y otra vez hasta que la vecina de al lado  se asomó y me preguntó por qué llamaba . Le dije que allí vivía mi novia . La vecina cambió la cara y con gesto serio me afirmó que “EN ESTA CASA NO VIVE NADIE DESDE HACE 25 AÑOS”. Le respondí que sí,  que Luz y yo estábamos saliendo actualmente. La señora con el ceño  fruncido me dijo que no bromeara con esas cosas ya que  Luz había muerto de una terrible enfermedad hacía ahora 25 años ... Tomándome por loco y sin mediar  palabra se cruzó la bata de guata azul,  se dio media vuelta y  entró en su casa.

Desorientado, vagué por la ciudad durante varias  horas, no entendía nada… una llovizna hizo su aparición y la noche se torno más  oscura y lúgubre

Pasadas las dos de la madrugada, igual que el día que cenamos y la acompañé por primera vez a su casa, me decidí a volver con la intención de averiguar qué pasaba.

 Entré por una de las ventanas traseras que dan al patio y penetré en ella. ¡Jolines! El pasillo no era el que yo recordaba. El polvo y las telarañas decoraban toda la estancia.


Al final del pasillo estaba la habitación donde tantas noches nos habíamos entregado nuestro amor. Accedí a  ella y sólo pude ver unas sábanas raídas y polvorientas además de  un viejo candelabro en una de las  esquinas . Sobre la mesilla había un portarretrato arrinconado y oxidado por el tiempo con una foto. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo:  ERA NUESTRA FOTO,  la instantánea de la  noche que la invité a  cenar  pero en el retrato no estaba Luz. Estaba sólo YO, al lado una nota escribía “ Fernando, soy Luz ... gracias por este año de amor”.

Aún ahora, después de tantos años,  me sigo preguntando qué es lo que realmente ocurrió aquel año de 1989... A veces y sólo a veces,   creo haberlo soñado todo,  si no fuera porque aún tengo en mi poder  la carta que Luz me dejó en su casa fantasma de Almendralejo y eso, solo eso,  me confirma que todo fue verdad.

Fdo: Fernando Sierra Elías

jueves, 13 de marzo de 2014

EL FANTASMA DEL TEATRO CAROLINA CORONADO

Esa jornada de lunes parecía una de tantas ...

Pero este día iba a ser diferente... y es que, no sé a vosotros, pero a veces uno pronostica,  bien por un presentimiento o bien por una corazonada, que algo excepcional  va a ocurrir.

Pues bien , una vez finalizada la jornada y cuando los compañeros se  habían marchado a recuperar sus fuerzas con un merecido descanso tras la jornada matutina , ocurrió algo maravilloso.

Una vez desconectados los altavoces de la mesa de mezclas y con la radio en el más absoluto de los silencios, empecé a escuchar una melodía maravillosa que llegaba del techo de mi despacho. Cuestión esta que, por otro lado,  no me sorprende, ya que nos encontramos en los bajos del teatro Carolina Coronado y, además justo en el escenario del viejo teatro hay un majestuoso piano de cola negro. Hasta aquí, todo normal.



Dejé de teclear por unos instantes el ordenador del despacho y me dispuse a caer rendido ante semejante interpretación. Era mágica, con una definición y un eco de fondo propio de lo que no es de este universo. Además, se percibía con un nítido e impecable  desarrollo en la interpretación.

Al día siguiente y puntual a su asombroso ensayo,  “el o la”  pianista ejecutaba majestuosamente una nueva  melodía que inundaba toda la estancia. Una melodía que te hacía transportarte a otra dimensión.

El tercer día de la semana  esperé de nuevo para escuchar esa melodía y efectivamente puntual a las 14:15 horas el sonido inundaba todo el lugar. Mi innata curiosidad me hizo desear  conocer a esa persona, así que, sin más dilación accedí al teatro por la puerta de emergencia que da al patio de butacas del mismo. En el escenario, la música sonaba aún más prodigiosa  e inundaba la escalera de caracol y las tramoyas del teatro. Hasta incluso las pinturas de Adelardo Covarsí parecían cobrar  vida.

Sólo quedaban tres pasos y un cortina negra me separaba del magno espectáculo. Pero al correr las cortinas, la música dejó de sonar y sobre la banqueta del piano no HABÍA NADIE. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, sentí cómo un halo divino me traspasaba el alma y se marchaba tras mis espaldas. Apresuradamente, encaminé mis pasos a la salida de emergencia como si el oxígeno se hubiera acabado en el teatro. Necesitaba salir y respirar .



Al día siguiente pregunté al personal del teatro si habían dejado las llaves para ensayos a alguna compañía y me respondieron que durante toda esa semana el teatro permaneció cerrado por motivos de ajustes en la programación  y que nadie había accedido al mismo.

Entonces, ¿quién interpretaba aquella melodía?...

Cuentan algunos viejos del lugar  que a finales  de los años 30 una pianista que debía actuar en el teatro perdió su vida en un accidente cerca de Mérida. ¿Sería ella?,  ¿Verdad o mentira?¿ Historia o leyenda?....

Lo que sí es cierto es que muchos días, cuando la radio  permanece en silencio, afino todos los sentidos  para ver si de nuevo puedo volver a disfrutar de esa extraordinaria melodía que antaño brotaba del techo de mi despacho.



Fdo: Fernando Sierra Elías

  

jueves, 6 de marzo de 2014

LA PIZARRA DE LAS DEFUNCIONES DE LA PURIFICACIÓN ó CONTACTOS CON EL MÁS ALLÁ

Esta mañana al venir al trabajo a la altura de al Parroquia de la Purificación, justo al lado de la pizarra donde nos anuncian las defunciones y bajo la cruz que se decora todos los meses de mayo, me he encontrado con mi amigo Olegario Ruiz “El Enano”. Lo conocíamos así desde que estudiábamos en el colegio San Francisco. Olegario era un personaje muy bajito, pero al mismo tiempo tenía un corazón más grande que cualquiera de los jugadores que militábamos en el equipo de baloncesto.


Hacía mucho tiempo que no lo veía. Tras el saludo inicial me comentó que venía de Valencia donde hacía unos meses que había tenido un accidente laboral en la empresa que trabajaba, pero que se encontraba mejor. Olegario, con el cabello cano y alguna que otra arruga en la frente, agachaba la mirada hacia el suelo. En su mano derecha portaba un cigarrillo que absorbía con tranquilidad. Posteriormente la mirada se le perdió en el horizonte mientras me explicaba que lo había pasado muy mal tras el accidente y que ahora por la “Puta Crisis”  se encontraba en el paro.

Tras un par de minutos de conversación y dubitativo me pidió unos euros para tomas un café. Estaba “Sin Blanca”, como avergonzado lentamente... agachó la cabeza... cuando saqué un billete de 5 euros de mi bolsillo. Me saludó, me dio las gracias  y se perdió en dirección a ninguna parte .

Cuando lo perdí en el horizonte me dispuse a volver a mi camino dirección a la radio, pero antes, como casi todos los días, miré la pizarra de la Purificación por si conocía a alguna de las personas que habían fallecido. Mi sorpresa fue mayúscula, ya que en el margen inferior izquierdo de la misma se podía leer “ OLEGARIO RUIZ –EL ENANO-“ , FALLECIÓ AYER EN VALENCIA TRAS UN ACCIDENTE LABORAL. SU CUERPO LLEGARÁ HOY AL TANATORIO... SE DESPIDE CON MISA MAÑANA VIERNES, EN LA PARROQUIA DE ...”. 

Desorientado intenté seguir mi camino hacia el trabajo y preguntándome una y otra vez si estaba soñando o realmente Olegario quiso saludarme antes de irse al más allá.


Por cierto.... no sé si sirve de algo..., pero al mirar mi cartera me faltaban 5 euros.





                                                                            Fdo: Fernando Sierra Elías