lunes, 23 de julio de 2012

¿ENTERRADO VIVO?


Era una de esas noches como tantas otras. Me disponía  a dejarme caer en los brazos de Morfeo. La noche era deliciosamente calurosa, con una ligera brizna de viento  y de fondo se escuchaba el canto de los grillos. Con ellos me quede profundamente dormido.

Soñé muchas cosas, pero la que más me impactó fue cuando sentí que me encerraban en un ataúd. Era horrible ver cómo tus seres queridos lloraban tu ausencia y no poder hacer nada, no podía hablar ni podía moverme. Mi cuerpo inmóvil sentía con angustia y  terror todo lo que ocurría alrededor.

Por la tarde me enterraron y todo quedó en el  más absoluto de los  silencios.

Cada dos o tres días escuchaba los llantos de mi esposa y de mis hijas. A veces me contaban historias que no llegaba a escuchar bien por el ancho de la lápida. Pero el dolor me inundaba el alma por no poder responder a los clamores de mi angustiada  familia.

Pasados los días escucho ilusionado,  que el enterrador rompe la lápida para acceder al nicho donde yo me encuentro. Ya fuera, veo a mis hijas pero están mayores, a su lado  sus maridos y unos retoños que se parecen mucho a mí, son mis nietos.

 La siguiente sorpresa es ver que no me sacan a mí, sino que depositan otro cuerpo a mi lado. Veo que es mi esposa, pero ya irreconocible. Sus arrugas indican que pasa de los 80 años, su pelo no es el que yo recordaba, ahora es canoso y unas gafas decoran sus cerrados ojos.

Volvieron  a meter de nuevo el ataúd en el nicho. Es entonces cuando comprendo que aquella noche de verano, lo último que viví de verdad fue el canto de los grillos y que nunca volví a despertarme. Mi sueño no fue un sueño, era real había dejado este mundo. Y los días se habían convertido en décadas. Y ahora mi esposa descansaba a mi lado para la eternidad. 



Fdo: Fernando Sierra Elías

jueves, 19 de julio de 2012

PASACALLE MACABRO


Mi sueño de hoy se puede definir como  macabro, lúgubre y sombrío.

Durante los meses de julio y agosto, Extremadura y por ende Almendralejo se viste del colorido de los grupos folklóricos de todo el mundo  que con sus danzas nos deleitan en las noches de verano. Esos grupos que después,  al día siguiente realizan sus pasacalles por las distintas calles de la ciudad.

Pues Bien, era un día de verano típico del estío del mes de  agosto, de fondo se escucha la música y los ruidos de unos cascabeles atados alrededor de los tobillos de los hombres de grupo. Era una formación atípica , las mujeres con estridentes colores y los hombres semidesnudos con el torso al aire y extraños complementos en sus cabezas, pero todos en un insólito  monocromático color oscuro. Detrás de ellos, un camión multicolor les acompañaba para refrescar sus cansadas gargantas. Un camión con una prensa hidráulica que perfectamente va aplastando las teóricas  uvas del dulce néctar de la vid. 

Realizaban danzas ancestrales, que daban pavor, danzas macabras que invitaban al silencio y espectación. Cada cierto tiempo los hombres del grupo se acercaban al camión que les precedía. El mismo,  poseía unos extraños grifos dorados en sus laterales. Grifos de los que manaba un liquido de color tinto que se asemejaba al vino de la tierra , pero con ciertos matices de otros colores .

Cuando el pasacalles se acerca a las puertas de la RCB en la calle Arturo Suárez- Bárcena, vemos ( bajo el asombro popular)  aparecer a la policía. Ésta les obliga a abrir el camión . En ese momento empiezan a salir del mismo cuerpos desmembrados e irreconocibles por el aplastamiento al que han sido sometidos, por la prensa hidráulica del camión.

 Los cuerpos se esparcen por toda la calle ante el estupor de cientos de personas que disfrutaban, hasta ese momento  del pasacalles.

Entonces entendimos  que la bebida que tomaban los hombres de la tribu no era el caldo de Tierra de Barros sino la sangre entremezclada con las vísceras de cientos de cuerpos aplastados por el poder de la maquina hidráuluica ubicada en el camión que les precedia .



En ese momento un sobresalto me trajo al  mundo de los vivos.



Fdo: Fernando Sierra

lunes, 9 de julio de 2012

Charlas en el Cementerio


Prima de Riesgo, Ibex 35, presión de los Mercados, Bonos , Subasta del Tesoro a 3, 6 y 10 años.......

Realmente nos paramos a pensar qué significa en nuestras vidas  y sobre todo, ¿nos paramos a pensar en el daño que se le puede hacer a personas mayores que ven en todas estas palabras como el acercamiento de un  FIN DEL MUNDO?

Les cuento una pequeña historia. No sé si para recapacitar o simplemente para meditar, lo cierto es que, las personas mayores sienten miedo y aprensión .... Sobre todo aquellas que hace muchos años sintieron en sus carnes y en las de sus familias las consecuencias de una guerra fraticida entre las dos Españas.

Hace un par de fines de semana, acompañando a mi madre ( tiene 85 años) en nuestra ruta dominical de desayuno y visita tradicional al cementerio a recordar  a nuestros seres queridos, pude observar a un hombre que con rostro triste y quizás castigado por los años mira, casi sin pestañear, a una lápida que le queda a la altura de los hombros. Nos saluda y con una tristeza indescriptible  en los ojos nos dice: “Aquí estoy como todos los domingos, visitando a mi madre. Ella se lo merece,  como se lo merecen todas las madres.”
Cementerio de Almendralejo

Al siguiente fin de semana en el mismo lugar, inmóvil, con la mirada perdida en las letras de la lápida de su madre  nos vuelve a saludar. Pero ahora quiere compartir sus recuerdos. Nos cuenta que su madre cuidó  de él y de sus hermanos durante los años duros de la  postguerra, que a su padre lo fusilaron un 15 de Agosto ( Día de la Patrona de Almendralejo) “ Vaya recuerdo que tengo de la festividad de la Piedad” y que uno de sus hermanos nació unos días después sin conocer a su padre. De pronto gira de nuevo la cabeza y vuelve a mirar la lápida de su progenitora.

Pasados unos segundos de silencio nos vuelve a hablar y nos matiza que tiene 80 años y que le da miedo volver a aquella época, la época del hambre. Con los brazos entrecruzados detrás de la espalda, recuerda,  con cierta angustia,  que su madre le preparaba LA TALEGA, con lo poco que había en casa.

Cuenta  que  un día, en el campo, (otros que quizás tenían mas hambre que él) se la robaron, pero que más tarde cuando se dieron cuenta de  la  poca cantidad de comida que llevaba en la talega, se la devolvieron. Eso sí,  unos olivos más arriba , pero  con un trozo de morcilla de regalo.

Vuelve el silencio.... nos mira y comenta: “No quiero volver a vivir aquello, tengo miedo de volver a ver cómo mis compañeros de trabajo se comían las cáscaras de plátano de algunos jornaleros que hasta se podían permitir el  comerse un plátano”.

Si hay que ayudar aquí estoy yo con mi pensión , pero que no volvamos a aquello. Intento calmarle, pero ¿cómo explicarle qué son los mercados o la deuda Soberana? Y lo más difícil, ¿cómo explicarle que vivimos en una Europa a dos o tres velocidades y que cada uno arrima el ascua a su sardina de la economía?

Nos marchamos, nuestro amigo se vuelve a quedar solo,  acompañando con su silencio a la mujer que le dio el ser. Y pensando cómo arreglar esto con una triste pensión de algo menos de 600 euros.



Fdo. Fernando Sierra