Charlas en el Cementerio


Prima de Riesgo, Ibex 35, presión de los Mercados, Bonos , Subasta del Tesoro a 3, 6 y 10 años.......

Realmente nos paramos a pensar qué significa en nuestras vidas  y sobre todo, ¿nos paramos a pensar en el daño que se le puede hacer a personas mayores que ven en todas estas palabras como el acercamiento de un  FIN DEL MUNDO?

Les cuento una pequeña historia. No sé si para recapacitar o simplemente para meditar, lo cierto es que, las personas mayores sienten miedo y aprensión .... Sobre todo aquellas que hace muchos años sintieron en sus carnes y en las de sus familias las consecuencias de una guerra fraticida entre las dos Españas.

Hace un par de fines de semana, acompañando a mi madre ( tiene 85 años) en nuestra ruta dominical de desayuno y visita tradicional al cementerio a recordar  a nuestros seres queridos, pude observar a un hombre que con rostro triste y quizás castigado por los años mira, casi sin pestañear, a una lápida que le queda a la altura de los hombros. Nos saluda y con una tristeza indescriptible  en los ojos nos dice: “Aquí estoy como todos los domingos, visitando a mi madre. Ella se lo merece,  como se lo merecen todas las madres.”
Cementerio de Almendralejo

Al siguiente fin de semana en el mismo lugar, inmóvil, con la mirada perdida en las letras de la lápida de su madre  nos vuelve a saludar. Pero ahora quiere compartir sus recuerdos. Nos cuenta que su madre cuidó  de él y de sus hermanos durante los años duros de la  postguerra, que a su padre lo fusilaron un 15 de Agosto ( Día de la Patrona de Almendralejo) “ Vaya recuerdo que tengo de la festividad de la Piedad” y que uno de sus hermanos nació unos días después sin conocer a su padre. De pronto gira de nuevo la cabeza y vuelve a mirar la lápida de su progenitora.

Pasados unos segundos de silencio nos vuelve a hablar y nos matiza que tiene 80 años y que le da miedo volver a aquella época, la época del hambre. Con los brazos entrecruzados detrás de la espalda, recuerda,  con cierta angustia,  que su madre le preparaba LA TALEGA, con lo poco que había en casa.

Cuenta  que  un día, en el campo, (otros que quizás tenían mas hambre que él) se la robaron, pero que más tarde cuando se dieron cuenta de  la  poca cantidad de comida que llevaba en la talega, se la devolvieron. Eso sí,  unos olivos más arriba , pero  con un trozo de morcilla de regalo.

Vuelve el silencio.... nos mira y comenta: “No quiero volver a vivir aquello, tengo miedo de volver a ver cómo mis compañeros de trabajo se comían las cáscaras de plátano de algunos jornaleros que hasta se podían permitir el  comerse un plátano”.

Si hay que ayudar aquí estoy yo con mi pensión , pero que no volvamos a aquello. Intento calmarle, pero ¿cómo explicarle qué son los mercados o la deuda Soberana? Y lo más difícil, ¿cómo explicarle que vivimos en una Europa a dos o tres velocidades y que cada uno arrima el ascua a su sardina de la economía?

Nos marchamos, nuestro amigo se vuelve a quedar solo,  acompañando con su silencio a la mujer que le dio el ser. Y pensando cómo arreglar esto con una triste pensión de algo menos de 600 euros.



Fdo. Fernando Sierra

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