viernes, 15 de junio de 2012

MUERTE EN LA INUNDACION

Todos los días soñamos, pero no todos los días evocamos nuestros sueños. Hoy si lo recuerdo y ha sido el siguiente:

      Era un placentero y agradable día de primavera en Almendralejo. Un día que nada hacía presagiar lo que horas después iba a acontecer.

      El sol radiaba en las alturas, más hermoso que nunca, el cielo azul limpio, nítido y terso y de fondo el trinar de los pájaros, hacían de la jornada un día Idílico.

      De pronto todo se oscurece. Ya no cantan los pájaros, el sol ha desaparecido y un silencio sobrecogedor inunda la ciudad. La lluvia hace su aparición de forma torrencial.

      Estoy solo y me siento solo. A través de una ventana veo como, inexorablemente el agua caída empieza a escalar metros sobre las fachadas de la ciudad. Los coches empiezan a flotar mientras dedican una danza macabra de choques de hierros y chapas.


      Al fondo de la calle, desde mi punto de vista, veo como algunos ciudadanos intentan huir. Lo hacen por las carreteras más altas de la ciudad donde aún no ha llegado al agua. Pero de repente se encuentran con un fatídico final al empotrarse con las columnas amenazantes de agua.

      El nivel sigue subiendo y solo me queda trepar a la terraza del edificio. Ya en ella, un hombre abatido por la lucha de la supervivencia, se aferra a una antena parabólica . Consigue a duras penas, con mi ayuda llegar a mi posición. Allí esperamos a vivir o esperábamos a morir.

     Durante tres días convivimos a duras penas hasta que llegaron las fuerzas de rescate. Durante ese tiempo me repetía sin cesar que había superado un Cáncer y que no le parecía justo morir de esa forma, tras la lucha que había mantenido meses atrás con la enfermedad.

      HUBIT, ( así se llamaba en mi sueño) y yo mantuvimos una buena amistad durante varios años. Esa amistad sincera que te une aún más tras la tragedia vivida.

      Hoy me he enterado que HUBIT ha muerto. El cáncer volvió a apoderarse de él y en esta ocasión su lucha fue infructuosa.

      Me dirijo al tanatorio de la ciudad. A través de la ventanilla donde se vela a los fallecidos, en la caja de difuntos, veo su cuerpo inerte. De pronto el cadáver se incorpora lentamente y mirándome fijamente me dice: SUPERÉ UN CÁNCER Y SOBREVIVÍ A UNA INUNDACIÓN, Y MÍRAME DONDE ESTOY. FERNANDO, DISFRUTA DE CADA DÍA QUE TE REGALA LA VIDA.

 En ese momento un sobresalto me despertó y me trajo al mundo de los vivos.

Fdo: Fernando Sierra