lunes, 14 de febrero de 2022

Leyenda del antiguo Hospital de la Caridad de Almendralejo

Decía Antonio Machado “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madruga el limonero…”

Mi infancia no es tan evocativa como la del maestro Machado. Era una infancia en blanco y negro. Con pantalones bombachos y esos amigos fieles que al fin y a la postre se convertirían en tus compañeros de viaje. Sí recuerdo los paseos por el parque de la Piedad, y las chuches del parque de Espronceda, repartiendo lo que se podía entre los amigos. Lo peor de aquella época, como casi todos los chavales del lugar era “La Escuela”. Horas que se nos hacían interminables de estudios con la única ilusión del tiempo de esparcimiento del recreo, donde a veces nos daban leche en polvo para mejorar el calcio de nuestros huesos.

Antiguo Hospital de la Caridad (Fuente:  Almendralejo en Fotos)

En varias ocasiones (al menos recuerdo tres) nos trasladaron en fila de a dos desde el colegio a un antiguo hospital denominado “De la Caridad”. Donde a todos los alumnos nos ponían las vacunas que correspondía a la época y edad. No sé porque,  pero quizás por las reminiscencias del pasado bélico de las dos Españas, los maestros nos contaban historias sobre el hospital de la Caridad que nos ponían los vellos de punta. Aunque, en honor a la verdad, he de reconocer que yo no prestaba atención a lo que contaban, ya que iba más pendiente de cómo sería el tamaño de la aguja que me iban a inyectar. Madre mia! Como me aterrorizaban las inyecciones en esa etapa de mi vida.

Con el paso del tiempo deje la primaria e inicio mi etapa de bachillerato. Pero no olvidaba aquél viejo edificio. Incluso hay momentos que me sigue evocando recuerdos.

En una de las modificaciones del Plan General Municipal, cambiaron las denominación del suelo como urbanizable. El edificio fue derruido y en su lugar y aledaños se construyeron viviendas y naves industriales.

El ayuntamiento se quedo con el uso y disfrute de la planta inferior y sótanos.

Pues bien cuando el servicio Extremeño de Salud (a través de una solicitud del pleno del ayuntamiento) decidió poner en marcha el segundo centro de salud, el ayuntamiento cedió temporalmente los bajos y sótanos antes mencionados para que mientras se construyera el nuevo centro se pudiera dar servicio médico a los ciudadanos.

Entre aquellos doctores se encontraba María Blanco, una joven doctora que, recién acabada la carrera se incorporaba, a la plantilla de Almendralejo.

Dentro del ratio de pacientes asignados a la doctora, a María le llamó poderosamente  la atención,  dos de los enfermos. Uno sufría una vertiginosa inanición y agotamiento, de nombre Abundio Yuste y otro padecía de unos fuertes dolores abdominales en el entrono de su hígado de nombre Atanasio Caciano. Ambos tenían aspecto rustico, con la piel raída por los años, barba de cinco días y una tristeza penetrante en cada unos de sus entrecejos.

Durante la construcción del edifico de San Roque, pasaron varias veces por la consulta y ella una y otra vez intentaba modificar la medicación para que ambos tuvieran mejor calidad de vida, sin dolores, sin angustias y sin tantas tristezas.

En él año 2009 se produjo el traslado a las nuevas instalaciones en la avenida Rafael Alberti. La doctora, ya en su nueva consulta, repaso a través del “Programa Jara”, cada unos de los pacientes que tenía asignado en su ratios. Pero se dio cuenta de que había dos nombres que no aparecían. Efectivamente eran los de Abundio y Atanasio.

Preocupada preguntó al departamento de informática por si en el volcado de datos había dado algún error y la respuesta que obturo era que, el programa estaba bien y que en el mismo se encontraban todos los pacientes que había tenido antes del traslado.

María, no entendía los que pasaba, así decidió solicitar información a través de los registros civiles principales, perteneciente al ministerio de justicia. La ley de protección de datos le puso muchos impedimentos. Pero al final y tras varios meses, el misterio pudo ser aclarado.

El 1 de abril de 1939 finalizaba la Guerra Civil española. El Hospital de la Caridad había sido utilizado como cárcel para presos del bando republicano. Al parecer, al final de la guerra los presos fueron abandonados a su suerte en sus celdas, unos lograron escapar pero otros quedaron atrapados en el interior de las mismas y murieron de hambre y sed. Era el caso de Abundio Yuste. Por otro lado en el bando nacional estaba Atanasio Caciano que al salir de Almendralejo, en una emboscada republicana recibió un impacto de bala en el bajo vientre cerca de su hígado. Ambos fallecieron en 1939.

Cuentan las crónicas del lugar que los vecinos de la zona llevaban varios años escuchando lamentos de tristeza en las noches próximas al mes de abril y que los mismos desaparecieron como arte de magia en 2009, curiosamente cuando se trasladó el equipo médico al nuevo centro de salud. La doctora Ana María había conseguido curar a los fantasmas del pasado, no solo en cuerpo si no en alma.


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Versión de la leyenda de: Fernando Sierra Elías
"Dedicada a mi doctora"
Ana María Riola Blanco