LA EXTRAÑA PREMONICIÓN SOBRE LA MUERTE DE MI AMIGO CESÁREO

Esta noche he tenido un sueño en el que aparecía mi viejo amigo Cesáreo María Delgado, alias ‘El Gordo’. Un hombre al que, en honor a la verdad, nunca le acompañó su apellido, debido a su voluminoso cuerpo. Ambos nos conocimos en el Instituto Santiago Apóstol de Almendralejo. Él estudiaba mecánica del automóvil y yo Electrónica de Telecomunicaciones.

Casi todos los días,  en el transcurso del recreo,  intercambiábamos nuestro cigarrillos. El fumaba “Habanos” un tabaco negro de gran intensidad,  mientras yo me inclinaba por el  rubio “Fortuna”. Lo cierto es que, durante ese ratito, nos sentábamos en su antiguo SEAT 600 mientras cada uno fumaba el tabaco del otro. En fin, una forma diferente de pasar esa media hora de asueto mientras divagábamos sobre nuestro futuro y sobre la chica que el curso anterior dejó tocado el corazón de Cesáreo.


Bueno, volvamos al sueño. En el mismo me desplazaba  a su taller, ubicado en una conocida calle de Almendralejo, para ver un extraño ruido que salía del motor de mi viejo Ford. Cesáreo, con la profesionalidad que le caracteriza,  levantó el capó y observó detenidamente el interior del  vehículo. Posteriormente, lo colocó en el elevador hidráulico para ver la parte baja del mismo. Mientras el coche ascendía, algo me llamó la atención, pero sólo me atreví a observar detenidamente sin comentar nada a los mecánicos del lugar. Cesáreo se colocó  bajo el coche, lo escudriñó, y de repente, sin saber el motivo, el elevador falló y el coche cayó sobre él, aplastando su frágil cuerpo sobre el duro suelo.

En ese preciso instante, es cuando un sobresalto me despertó de mi terrible pesadilla.

Todavía con la mala sensación del sueño en el cuerpo, me afeité, me aseé y  encaminé mis pasos al trabajo. Tengo la costumbre de tomar un café antes de entrar en la radio, así que me detuve como es habitual en el bar de José. Ojeando la prensa diaria pude leer en la página 12 un suceso premonitorio relativo a mi sueño. Entonces, la ansiedad se apoderó de mí. El titular decía: “Accidente laboral en Almendralejo.  Cesáreo Delgado falleció ayer al caerle el vehículo que estaba reparando”

De repente, me volví a despertar, y respiré muy hondo. ¡Uff! qué alivio... Todo había sido una pesadilla dentro de otra pesadilla.

Lo más inquietante y  turbador, es que ahora  sí me he despertado de verdad y no me encuentro ni en casa ni en el trabajo. Estoy en el tanatorio acompañado de  unos cuantos compañeros  del instituto velando el cuerpo de nuestro amigo común,  el mecánico Cesáreo María Delgado, alias “El Gordo”. 


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Fdo: Fernando Sierra Elías 


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