DIARIO DE UN CADAVER
Qué triste es
llegar a viejo, tremendamente triste…. La autopista de la vida se convierte en
una carretera secundaria plagada de hondos y desagradables baches.
Mi nombre es
Pablo, tengo 40 años y llevo 7 cuidando de mi abuelo, como imagino hacéis muchos de vosotros con vuestros seres queridos. Lo único que ocurre es que
en este caso se convierte la historia
en un drama peculiar porque yo soy el único familiar que le queda con vida en
la tierra.
Vivimos en un
humilde piso de uno de los barrios de Almendralejo. Durante estos 7 años he ido
plasmando en un diario los avatares con
mi abuelo José, las historias cotidianas y cómo es el día a día de
nuestras tristes y pobre vidas.
A modo de
resumen puedo desgranar algunas páginas de ese diario con los hechos más significativos de estos años.
El primero que
recuerdo con más fuerza es la tristeza de mi abuelo cuando falleció mi abuela.
De hecho, creo que desde entonces no ha levantado cabeza, se volvió más huraño
que de costumbre y dejó de ser el que antes era.
Lo segundo
fueron los dolores continuos en el pecho. Me atrevo a asegurar que los
cuidadores nos convertimos un poco en médicos. Quizás por no molestar a
urgencias, quizás por la inmediatez de la ayuda, lo cierto es que gracias a
unas pastillas rojas y azules que le prescribió el doctor hacía algún tiempo el
alivio era casi inmediato. Así estuvo más de un semestre.
Estos dos
últimos años han sido los peores. Su cabeza se ha tornado gris y sus músculos agarrotados por el paso del
tiempo le han hecho postrarse en el
sillón beige del salón. Y ahí me repite
una y otra vez que no desea más que
morirse. En fin cosas de los mayores.
Hoy estoy
preocupado por el abuelo. Ayer por la mañana se presentaron en mi casa dos
hombre vestidos de banco, me sacaron a empujones y me encerraron en estas cuatro paredes blancas sin saber el
motivo.
Hoy por la
mañana, uno de los enfermeros -que creo me mira con cierta complicidad y
complacencia-, me ha dejado ver la prensa del día. En la pagina número 5 del
diario HOY he podido leer: “Un individuo
de 40 años de nombre Pablo ha convivido con el cadáver de su abuelo durante 7
años. El individuo ha sido trasladado a una institución mental…”
Estoy seguro
de que yo no puedo ser el protagonista de esta historia porque esta mañana me
ha llamado mi abuelo diciéndome que, si podía, vendría a visitarme esta tarde.
¿Podrá?.
Fdo: Fernando Sierra Elías
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