Presagios y pesadillas
¿Alguna vez habéis tenido una
terrible pesadilla tan real, tan real que al despertarte no sabes si ha
ocurrido o no? Pues bien, algo parecido me ocurrió hace un par de meses.
Dicen que todos soñamos varias
veces en el transcurso de la noche una vez que entramos en la fase REM. Unas
veces recordamos, otras no. Lo cierto es que el destino quiso que esa noche una
terrible pesadilla atormentara todo mi ser. Mi visión era la siguiente: Sobre
un acantilado con tormenta de fondo merodeaba mi gran amigo FIDEL. Le llamé la
atención en un par de ocasiones como intentando advertirle del peligro
subyacente en la zona rocosa. Él solo reía y jugaba haciendo ademanes como si se fuera a caer. En un momento del
sueño, Fidel resbala. Mientras yo intento atraparle suspendiéndolo de mi mano
derecha, con la mano izquierda me sujeto a unos escapados picos rocosos. Él me
suplica que le ayude y que no lo deje caer. Cuando sus manos empiezan a
resbalar de las mías, el miedo se apodera de ambos. Los ojos vidriosos de mi amigo anuncian la necrología de una muerte
inevitable. Fidel resbala y, mientras
cae, un grito ensordecedor hace que me despierte de la pesadilla. Veo el
despertador y el display digital marcaba las
5 de la madrugada.
Tome un vaso de agua e intenté conciliar
de nuevo el sueño. Al despertarme a la mañana siguiente y minutos antes de
afeitarme, le envié un mensaje a Fidel. Le conté la pesadilla que había tenido
durante la noche, le comenté lo real que había sido y le pregunté cómo se
encontraba. Fidel me respondió que estaba muy bien y que agradecía mi llamada, después se despedía
con unos emoticonos sonrientes. Le dije que eso me tranquilizaba y le emplacé
al mediodía para tomarnos un par de cervezas a la salida del trabajo. Fidel respondió
con un: “Hecho, nos vemos”.
Tras afeitarme y asearme, me
marché al trabajo. Tomé mi café matutino antes de entrar a trabajar y me quedé
mirando un ratito los mensajes que minutos antes había enviado, mientras que una sonrisa aparecía por la
comisura de mis labios, denotando cierto humor por lo absurdo de la situación.
Como si me diera cuenta de que había sido solo un sueño y nada más.
Al llegar a la radio, sobre la
mesa de mi despacho había una nota de prensa de la policía. En la misma se
anunciaba que un joven, del que solo aportan
las iniciales, se había suicidado
esa madrugada arrojándose desde el séptimo piso del bloque donde vivía. Según
los datos aportados por la policía, todo
apuntaba a que los hechos acontecieron sobre las 5 de la madrugada, hora que
coincidía con mi pesadilla. La primera de las iniciales era una F., pero
evidentemente no podía ser Fidel, yo había hablado con él esa mañana.
Pensé que sería mucha casualidad,
además tenía los mensajes. Así que no podía ser más que una broma del destino.
Indagué antes de entrar en antena y me confirmaron que efectivamente el
fallecido se llamaba Fidel.
Intuitivamente cogí el móvil, me
fui a los mensajes de esa mañana. Observé ante la incredulidad de mis ojos cómo
los mensajes se iban desvaneciendo ante mi aturdida mirada, mientras aparecía
otro que decía: “Nos vemos pronto viejo amigo”.
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